INFLUENCERS
Se mira en el espejo. Se ve rara. No, rara no, se ve como siempre y eso es lo raro. No hay cambios. Ni una nueva marca del sol en la cara, ni un rizo mal colocado, ni una ojera más oscura de lo normal. Nada. Ella, que es la reina del cambio, no puede cambiar nada. Está acostumbrada a variar algo en su aspecto cada día: una horquilla, una sombra de ojos, un pañuelo en el cuello, una sonrisa… y a subirlo a las redes donde miles y miles de personas esperan eso que creará tendencia.
Los primeros días de confinamiento fueron, incluso, hasta divertidos. Se vistió con la ropa que guarda en su armario inventando nuevas combinaciones, pero ya las ha probado todas y jamás le ha gustado repetirse. Se maquilló de un millón de formas posibles, las que le permitía su set de maquillaje, pero se le acabaron los productos y no se consideran de primera necesidad, así que tampoco le queda maquillaje. Posó en los diferentes rincones de su casa y reordenó el mobiliario una y mil veces hasta que todos los muebles visitaron todos los rincones de su piso. Y lo subió a las redes.
Sus seguidores esperan algo diferente, pero ya no le queda nada que ofrecer.
Hace tres días comprobó con pavor que no tenía ningún seguidor nuevo, ni uno solo. Pero lo de hoy es mucho peor: hoy se le ha borrado el primero.
Y esto es solo el principio.
¿Qué están haciendo sus competidoras? De momento, sumar seguidores.
Desde un perfil falso abre sus historias. Lo último que quiere es que vean que las ha estado stalkeando. Mira, a esta le ha dado por cocinar. Y esa otra canta. Esa toca el piano. Y aquella pinta. Eso sí, repiten outfits y, sin maquillaje, están bastante feas.
Menos mal que lo suyo es belleza natural.
Se mira de nuevo al espejo. ¡Ya sabe lo que va a hacer! Se cortará el pelo, No mucho: las puntas y algo de flequillo. ¿Dónde tiene las tijeras? Y lo mejor de todo: ¡lo va a hacer a través de un vídeo en directo!
Lo anuncia en las redes, en todas ellas: Esta tarde, a las 18:00 horas, autocorte de pelo en directo.
Estudia un par de vídeos en youtube para no cagarla del todo, pero sin prestar demasiada atención. ¿Qué pueden enseñarle relacionado con la belleza que ella no sepa?
Llega el momento. Coloca las luces, abre la cámara y extiende su mejor sonrisa. Lo primero es mojar el pelo con un spray, después lo peina y lo recoge a los lados con diferentes pinzas de colores. Sonríe y ladea un poco la cabeza. Preciosa. Estira la parte frontal del pelo, lo retuerce tal y como ha visto en el vídeo de youtube, toma la tijera y corta en ángulo de noventa mientras sigue hablando. El corte ha salido torcido, pero no importa. Ha sido precavida y lo ha dejado algo más largo de lo que quería para ir igualando poco a poco hasta alcanzar el corte perfecto.
Un poquito más aquí.
Otra vez desigualado. Sonrisa pícara. Otro corte. Y otro. Y otro más. La picardía desaparece. También la sonrisa.
Pero, ¿sabes una cosa?
¡Los seguidores aumentan!
--
Mónica Rouanet (Alicante, 1970) Graduada de Filosofía y letras, especializada en Ciencias de la Educación educación y Psicología.
Autora de las novelas: Camino de las luciérnagas, Dónde las calles no tienen nombre, y Despiértame cuando acabe septiembre (nominada a mejor novela negra escrita por una mujer, publicada en 2019, por Cubelles Noir 2020).
"Creo que escribo desde siempre, aunque no recuerdo mis primeros textos. A los 19 años tuve un accidente de coche y perdí la memoria. Al volver a casa desde el hospital encontré entre mis cosas varios cuentos y alguna novela corta escritos por mí. Aquello fue… ¡impresionante! Y, ¿sabéis una cosa? ¡Me gustaron! Así que continué con ello. A veces le dejaba leer mis textos a alguien, otras no. Todavía hoy tengo escondidas en cajones varias páginas que nadie ha leído (¡y casi que me alegro! Se nota que son las primeras)".
Se mira en el espejo. Se ve rara. No, rara no, se ve como siempre y eso es lo raro. No hay cambios. Ni una nueva marca del sol en la cara, ni un rizo mal colocado, ni una ojera más oscura de lo normal. Nada. Ella, que es la reina del cambio, no puede cambiar nada. Está acostumbrada a variar algo en su aspecto cada día: una horquilla, una sombra de ojos, un pañuelo en el cuello, una sonrisa… y a subirlo a las redes donde miles y miles de personas esperan eso que creará tendencia.
Los primeros días de confinamiento fueron, incluso, hasta divertidos. Se vistió con la ropa que guarda en su armario inventando nuevas combinaciones, pero ya las ha probado todas y jamás le ha gustado repetirse. Se maquilló de un millón de formas posibles, las que le permitía su set de maquillaje, pero se le acabaron los productos y no se consideran de primera necesidad, así que tampoco le queda maquillaje. Posó en los diferentes rincones de su casa y reordenó el mobiliario una y mil veces hasta que todos los muebles visitaron todos los rincones de su piso. Y lo subió a las redes.
Sus seguidores esperan algo diferente, pero ya no le queda nada que ofrecer.
Hace tres días comprobó con pavor que no tenía ningún seguidor nuevo, ni uno solo. Pero lo de hoy es mucho peor: hoy se le ha borrado el primero.
Y esto es solo el principio.
¿Qué están haciendo sus competidoras? De momento, sumar seguidores.
Desde un perfil falso abre sus historias. Lo último que quiere es que vean que las ha estado stalkeando. Mira, a esta le ha dado por cocinar. Y esa otra canta. Esa toca el piano. Y aquella pinta. Eso sí, repiten outfits y, sin maquillaje, están bastante feas.
Menos mal que lo suyo es belleza natural.
Se mira de nuevo al espejo. ¡Ya sabe lo que va a hacer! Se cortará el pelo, No mucho: las puntas y algo de flequillo. ¿Dónde tiene las tijeras? Y lo mejor de todo: ¡lo va a hacer a través de un vídeo en directo!
Lo anuncia en las redes, en todas ellas: Esta tarde, a las 18:00 horas, autocorte de pelo en directo.
Estudia un par de vídeos en youtube para no cagarla del todo, pero sin prestar demasiada atención. ¿Qué pueden enseñarle relacionado con la belleza que ella no sepa?
Llega el momento. Coloca las luces, abre la cámara y extiende su mejor sonrisa. Lo primero es mojar el pelo con un spray, después lo peina y lo recoge a los lados con diferentes pinzas de colores. Sonríe y ladea un poco la cabeza. Preciosa. Estira la parte frontal del pelo, lo retuerce tal y como ha visto en el vídeo de youtube, toma la tijera y corta en ángulo de noventa mientras sigue hablando. El corte ha salido torcido, pero no importa. Ha sido precavida y lo ha dejado algo más largo de lo que quería para ir igualando poco a poco hasta alcanzar el corte perfecto.
Un poquito más aquí.
Otra vez desigualado. Sonrisa pícara. Otro corte. Y otro. Y otro más. La picardía desaparece. También la sonrisa.
Pero, ¿sabes una cosa?
¡Los seguidores aumentan!
--
Mónica Rouanet (Alicante, 1970) Graduada de Filosofía y letras, especializada en Ciencias de la Educación educación y Psicología.
Autora de las novelas: Camino de las luciérnagas, Dónde las calles no tienen nombre, y Despiértame cuando acabe septiembre (nominada a mejor novela negra escrita por una mujer, publicada en 2019, por Cubelles Noir 2020).
"Creo que escribo desde siempre, aunque no recuerdo mis primeros textos. A los 19 años tuve un accidente de coche y perdí la memoria. Al volver a casa desde el hospital encontré entre mis cosas varios cuentos y alguna novela corta escritos por mí. Aquello fue… ¡impresionante! Y, ¿sabéis una cosa? ¡Me gustaron! Así que continué con ello. A veces le dejaba leer mis textos a alguien, otras no. Todavía hoy tengo escondidas en cajones varias páginas que nadie ha leído (¡y casi que me alegro! Se nota que son las primeras)".
Comentarios
Publicar un comentario