La lluvia
El azul pulido de la bóveda
se recortó de encrespados vellones.
Sin solaz en el llanto,
se precipitó en la espesura.
Tu cabello era tan negro,
que tapó al sol.
Tejiste la noche magnífica,
y los astros sin luz.
El latido de los segundos fugaces
se escurrió desde la pared,
hasta la lozanía de tus brazos,
donde volviste a llover.
El azul pulido de la bóveda
se recortó de encrespados vellones.
Sin solaz en el llanto,
se precipitó en la espesura.
Tu cabello era tan negro,
que tapó al sol.
Tejiste la noche magnífica,
y los astros sin luz.
El latido de los segundos fugaces
se escurrió desde la pared,
hasta la lozanía de tus brazos,
donde volviste a llover.
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Erika
Los ojos de Erika
iluminaban la mañana,
y también la tarde.
Por las noches,
su rostro alegraba mis sueños.
Corríamos juntos
y yo me dejaba alcanzar,
a veces,
ella giraba cerca de mí,
para que yo la atrapara.
Gritábamos instrucciones,
capitanes rivales de una batalla
que por horas se repetía,
cada día,
cada latido,
cada sonrisa.
Fabrizio Ascención González Torres es un escritor mexicano, de esos a los que el gremio y las instituciones denominan “emergentes”. Nació el 23 de mayo de 1974, en la ciudad de México.
Ha publicado algunos relatos en las revistas “Sapo” (publicación chilena, experimental), “El espejo humeante” (revista de ciencia ficción latinoamericana), “Senderos” (revista de ciencia ficción) y una antología de cuentos con el grupo “Fractales literarios”, en un ejercicio independiente donde además de escribir un relato, fungió como editor e ilustrador.
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