EL SIGNIFICADO DE (NO) SER MUCHOS



EL MOVIMIENTO DE UN HAIKU: 
CIEN MOVIMIENTOS PARA UN ABANICO



Paul Claudel (escritor y diplomático francés)
Nació el 6 de agosto de 1868 en Villeneuve-sur-Fère, Francia. 
Hermano de la escultora Camille Claudel.


Paul en su incesante búsqueda de la palabra, recobró la tradición clásica grecolatina para la poesía y la insertó en la lectura del mundo y del libro, en las referencias de una tradición literaria opaca y en la furia inhabitable de una página en blanco. En sus trabajos de poesía, teatro, libros de viajes y crítica literaria expresa su fe en la Iglesia Católica. También fue miembro de la Academia Francesa y Comendador de la Legión de Honor.

Paul Claudel publicó en Tokio un libro con el título Cien movimientos para un abanico, en japonés Hyaku sen chô (1927), en el que trabajó junto con pintores japoneses como Tomita Keisen. Los 172 poemas que lo componen no se manifiestan con las reglas de un haiku tradicional, sino que, en palabras del mismo autor, son “un intento de aplicar los principios de la poesía japonesa, transformándolos a través del gusto personal. Cada poema es muy breve, está compuesto por una sola frase, lo suficiente para dar soporte a un soplo —de sonido, sentimiento, palabras— o al aleteo de un abanico”.


Se presentan en Periódico Poético una muestra de veinte, de los cien, movimientos para un abanico, extraído del artículo La Colmena 2010 (67-68) Paul Claudel. El oriente de Paul Claudel*, escrito por el poeta Jorge Esquinca.



VEINTE MOVIMIENTOS PARA UN ABANICO


Sombra
que me concede
la luna
como una tinta
inmaterial.


Acerca tu oído
y escucha
cómo en el fondo
del pecho de un dios
el amor
tarda en apagarse.


La peonía
y este rubor
en nosotros
que precede
al pensamiento.


Esta noche
llovió vino
lo sé bien
pues no hay
manera
de poner término
al parloteo
de las rosas.


Sólo la rosa
es bastante
frágil
para decir
la eternidad.


Cierta rosa
es menos un color
que una respiración.


Cuando no hay musa
el poeta pesca sin anzuelo
en una taza de sake.


La sacerdotisa
del sol
está sentada
en el plato
de una balanza.


Veloz
una lágrima
al cruzar
un rayo de sol
desaparece.


Escucha
el Emperador Ermitaño
al Imperio
¿Qué pasaría
si la cascada
de pronto
se detuviera?


Quien no mira
la azalea
no escuchará
el torrente.


Vela
de un pequeño
navío
su cargamento
unas cuantas sílabas.


También
el otoño
es algo
que comienza.


No son tres palabras
negras sobre
un ala blanca
sino blancas migajas
arrojadas hacia ti
por un ala invisible.


En la inmóvil
oscuridad
del verdor
el rugido
del púrpura.


Callemos:
el menor ruido
basta
para que recomience
el tiempo.


Es necesario
que haya en el poema
cierto número
que impide ser contado.


Cedro:
me lamento
al pie
de una torre
inaccesible.


Arde en mí
una pena
que intenta en vano
convertirse
en palabra.


Que el aliento
de este abanico
disperse las palabras
y sólo deje pasar
aquello que conmueve.





Paul Claudel,
traducción de Jorge Esquinca.



__________________________________________________
*Esquinca, Jorge. Paul Claudel. Oriente de Paul Claudel. La Colmena [en linea]. 2010, (67-68), 91-95 [fecha de Consulta 5 de agosto de 2020]. ISSN: 1405-6313. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=446344469013
http://www.eldigoras.com/eom03/2004/2/aire29pcd01.htm
http://pazbarreiro.blogspot.com/2012/05/haiku-para-abanico.html


Diego Montes

Comentarios

Entradas populares