EL SIGNIFICADO DE (NO) SER MUCHOS
EL OJO DE LA MUJER: GIOCONDA BELLI
Escribir
para despojarnos de la mañana recién nacida,
para irnos
desnudando del dolor y la alegría
Gioconda Belli (Nicaragua, 1948) destaca en las letras hispanoamericanas contemporáneas. Su estilo escapa a cualquier corriente o escuela. Erótica, feminista y revolucionaria, su voz sincera es un salto hacia el mundo. Ha incursionado en la poesía con libros tales como Sobre la grama (1974), Línea de fuego (Premio Casa de las Américas, 1978), Truenos y arcoiris (1982), La costilla de Eva (1987) y El ojo de la mujer (1991).
El ojo de la mujer, se mueve entre el verso libre, la prosa poética y el poema narrativo sin claras diferencias. Relación que se expresa por medio de diferentes circunstancias que han rodeado su experiencia vital, como por ejemplo, el hecho de haber nacido biológicamente mujer en un mundo androcéntrico, de haber establecido una relación intrínseca con la poesía, y de volver su cuerpo un elemento poético y transgresor de la condición de género. Una autobiografía parcial contada desde la entrega de la protagonista.
Gioconda Belli mira la realidad con dos lentes al mismo tiempo: con una ve las contradicciones de género y con otra, las contradicciones de clase; esta mirada simultánea se traslada a su poesía y se manifiesta como una mujer, en lucha por sus derechos como mujer y como pueblo explotado.
En Periódico Poético te compartimos una breve selección de poemas del libro El ojo de la mujer, de la escritora nicaragüense Gioconda Belli:
Y Dios me hizo mujer
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
** * * * **
METAMORFOSIS
La enredadera
se me está saliendo
por las orejas.
Mis ojos se han convertido
en pistilos movibles
y mi boca está repleta
de flores moradas.
Mientras camino
sigo llenando de hojas
la casa.
Mis ramas estorban en el cuerpo,
sigo enredándome en todo:
ya mi nariz
también se ha puesto verde
y mis olores han cambiado,
tropiezo con los muebles
y mis piernas están rompiendo
los ladrillos,
buscando la tierra,
enredándome.
Mi pelo ya no me deja moverme,
esta abrazado a las paredes,
los brazos se han hundido
sólo me quedan los dedos
mientras mi cuerpo
se ha vuelto tronco.
Con mis dedos
me toco toda
re-conociéndome
entre las hojas
y las ramitas
y las flores que llenan mi boca
y han teñido mis dientes.
Me repasan mis dedos
y su contacto es abono
para mis ramas que crecen
y ya por fin,
después de mucho resistir,
se han rendido las manos
y están saliendo puyitas
de las uñas.
Mi boca llena de flores moraditas
ha cuajado mi cuerpo
y estoy enredadera,
metamorfoseada,
espinosa,
sola,
hecha naturaleza.
** * * * **
TENGO
Tengo en mis ovarios
semillas,
poemas sin empezar,
llantos y risas congelados.
Quisiera poder visitar
esos enormes almacenes,
diminutos
conocer los hijos
que nunca tendré;
pedirles perdón
a través de la sangre.
** * * * **
DÁNDOSE
Escribir para darle forma al mundo,
para delinear el perfil de la lágrima,
la tristeza del árbol cortado.
Escribir para despojarnos de la mañana recién nacida,
para irnos desnudando del dolor y la alegría,
para re-vestirnos otra vez, del sol, del mar,
de la pareja que inspira ternura sin saberlo.
Ir deshaciéndonos del proprio cuerpo,
sustituirlo por otros cuerpos que viven
y sienten en nosotros,
compartir la angustia, la risa, el pan
con los seres que creamos, con el mundo
que nos alimenta sin saberlo
mientras nos damos,
mientras sentimos cada día con más fuerza
la necesidad de vomitarnos,
de darnos completamente,
de morir para abandonar la tierra
que de nuevo alimentará nuestras raíces.
** * * * **
SIN PALABRAS
Yo inventé un árbol grande,
más grande que un hombre,
más grande que una última esperanza.
Me quedé con él años y años
bajo su sombra
esperando que me hablara.
Le cantaba canciones,
lo abrazaba,
le rascaba su rugosa corteza
entretejida de helechos,
mi risa reventaba flores en sus ramas,
y a cada gesto mío le crecían hojas,
le brotaban frutas...
Era mío como nunca ha sido nada mío,
pero no me hablaba.
Yo vivía pendiente de sus ruidos,
oyendo su suave aleteo de mariposa,
su crujido de animal de la selva
y soñaba su voz como un hermoso canto,
pero no me hablaba.
Noches enteras lloré a sus pies,
apretujada entre sus raíces,
sintiendo sus brazos sobre mí,
viéndolo erguido sobre mí,
sabiendo que me estaba pensando,
pero no me hablaba...
Aprendí a cantar como pájaro,
a encenderme como luciérnaga,
a relinchar como caballo.
A veces me enfurecía y hacía que se le cayeran
todas las hojas,
lo dejaba desnudo y avergonzado
ante los guanacastes,
esperando que-tal vez- entendería por mal,
como algunos hombres,
pero nada.
Aprendí tantas cosas para poder hablarle,
me desnudé de tantas otras necesidades
que olvidé hasta cómo me llamaba,
olvidé de dónde venía,
olvidé a qué especie de animal pertenecía
y quedé muda y siempreverde
-esperanzada-
entre sus ramas...
** * * * **
PEQUEÑAS LECCIONES DE EROTISMO
I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
Es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
No es tarea fácil –si placentera–
No creas hacerlo en un día o noche
De sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas.
II
El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado.
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
A corregir el rumbo cuando nube huracán
O aullido profundo
Te pongan estremecimientos.
Cuenco de la mano que no sospechaste.
III
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos
Cúmulos nimbus de los pulmones
Niebla en el cerebro
Temblor de las piernas
Maremoto adormecido de los besos.
IV
Instálate en el humus sin miedo
Al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído
Revuélvele la espesa cabellera
Con la espada de fuego usurpada
Muerde la manzana.
V
Huele
Duele
Intercambia miradas saliva impregnante
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos.
VI
Escucha caracola del oído
Como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua.
VII
Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
Navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo
Llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz.
VIII
Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
Estrella de la mañana
—El mar como un vasto cristal azogado—
Duérmete náufrago.
Belli, G., (1995), El ojo de la mujer, 2da. Edición, Madrid, España, Visor Libros.
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http://www.lecturalia.com/libro/2449/el-ojo-de-la-mujer-poesia-reunida
file:///C:/Users/dyest/Downloads/295-Texto%20del%20art%C3%ADculo-740-1-10-20120511.pdf
file:///C:/Users/dyest/Downloads/1601-4436-1-PB.pdf
[Diego Montes]
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