EL SIGNIFICADO DE (NO) SER MUCHOS: RUBÉN DARÍO

 CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA


Azul” simboliza el comienzo de mi primavera 

y “Prosas profanasmi primavera plena;

Cantos de vida y esperanza contiene 

las esencias sabias de mi otoño.


Rubén Darío. (Nicaragua, 1867 - 1916). Poeta, periodista y diplomático, está considerado como el máximo representante del modernismo literario en lengua española. La poesía de Rubén Darío, tan bella como culta, musical y sonora, influyó en centenares de escritores de ambos lados del océano Atlántico. Los elementos básicos de su poética los podemos encontrar en los prólogos a Prosas profanas (1896), Cantos de vida y esperanza (1905) y El canto errante (1907). Entre ellos es fundamental la búsqueda de la belleza oculta en la realidad. Para Rubén Darío, el poeta tiene la misión de hacer accesible al resto de los hombres el lado inefable de la realidad; para descubrir este lado inefable, el poeta cuenta con la metáfora y el símbolo como herramientas principales.


Cantos de vida y esperanza, en el cual el absoluto dominio de la forma ya no tiene la belleza como único objetivo, sino que sirve a la expresión de una intimidad angustiada o de preocupaciones sociohistóricas. Ritmo y plástica, música y fantasía son elementos esenciales de la nueva corriente. La expresión en este conjunto de poemas resulta más sobria, lo que no resta brillantez al léxico de la misma, en la que además se libera una especie de batalla contra la mediocridad, que para el poeta es una suerte de degradación del hombre.



En Periódico Poético te compartimos una breve muestra poética de la obra Cantos de vida y esperanza, del poeta nicaragüense Rubén Darío.



CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA


                                                            A J. Enrique Rodó

                        I

Yo soy aquel que ayer no más decía

el verso azul y la canción profana,

en cuya noche un ruiseñor había

que era alondra de luz por la mañana.


El dueño fui de mi jardín de sueño,

lleno de rosas y de cisnes vagos;

el dueño de las tórtolas, el dueño

de góndolas y liras en los lagos;

y muy siglo diez y ocho y muy antiguo


y muy moderno; audaz, cosmopolita;

con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,

y una sed de ilusiones infinita.


Yo supe del dolor desde mi infancia,

mi juventud… ¿fue juventud la mía?

Sus rosas aún me dejan su fragancia,

una fragancia de melancolía…


Potro sin freno se lanzó mi instinto,

mi juventud montó potro sin freno;

iba embriagada y con puñal al cinto;

si no cayó, fue porque Dios es bueno.


En mi jardín se vio una estatua bella;

se juzgó mármol y era carne viva;

un alma joven habitaba en ella,

sentimental, sensible, sensitiva.


Y tímida ante el mundo, de manera

que encerrada en silencio no salía,

sino cuando en la dulce primavera

era la hora de la melodía…


Hora de ocaso y de discreto beso;

hora crepuscular y de retiro;

hora de madrigal y de embeleso,

de «te adoro», de «¡ay!» y de suspiro.


Y entonces era en la dulzaina un juego

de misteriosas gamas cristalinas,

un renovar de notas del Pan griego

y un desgranar de músicas latinas,


con aire tal y con ardor tan vivo,

que a la estatua nacían de repente

en el muslo viril patas de chivo

y dos cuernos de sátiro en la frente.


Como la Galatea gongorina

me encantó la marquesa verleniana,

y así juntaba a la pasión divina

una sensual hiperestesia humana;


todo ansia, todo ardor, sensación pura

y vigor natural; y sin falsía,

y sin comedia y sin literatura…

si hay un alma sincera, esa es la mía.


La torre de marfil tentó mi anhelo;

quise encerrarme dentro de mí mismo,

y tuve hambre de espacio y sed de cielo

desde las sombras de mi propio abismo.


Como la esponja que la sal satura

en el jugo del mar, fue el dulce y tierno

corazón mío, henchido de amargura

por el mundo, la carne y el infierno.


Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia

el Bien supo elegir la mejor parte;

y si hubo áspera hiel en mi existencia,

melificó toda acritud el Arte.


Mi intelecto libré de pensar bajo,

bañó el agua castalia el alma mía,

peregrinó mi corazón y trajo

de la sagrada selva la armonía.


¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda

emanación del corazón divino

de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda

fuente cuya virtud vence al destino!


Bosque ideal que lo real complica,

allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;

mientras abajo el sátiro fornica,

ebria de azul deslíe Filomela,


Perla de ensueño y música amorosa

en la cúpula en flor del laurel verde,

Hipsipila sutil liba en la rosa,

y la boca del fauno el pezón muerde.


Allí va el dios en celo tras la hembra,

y la caña de Pan se alza del lodo;

la eterna Vida sus semillas siembra,

y brota la armonía del gran Todo.


El alma que entra allí debe ir desnuda,

temblando de deseo y de fiebre santa,

sobre cardo heridor y espina aguda:

así sueña, así vibra y así canta.


Vida, luz y verdad, tal triple llama

produce la interior llama infinita;

El Arte puro como Cristo exclama:

Ego sum lux et veritas et vita!


Y la vida es misterio; la luz ciega

y la verdad inaccesible asombra;

la adusta perfección jamás se entrega,

Y el secreto Ideal duerme en la sombra.


Por eso ser sincero es ser potente.

De desnuda que está, brilla la estrella;

el agua dice el alma de la fuente

en la voz de cristal que fluye d’ella.


Tal fue mi intento, hacer del alma

pura mía, una estrella, una fuente sonora,

con el horror de la literatura

y loco de crepúsculo y de aurora.


Del crepúsculo azul que da la pauta

que los celestes éxtasis inspira,

bruma y tono menor —¡toda la flauta!,

y Aurora, hija del Sol —¡toda la ira!


Pasó una piedra que lanzó una honda;

pasó una flecha que aguzó un violento.

La piedra de la honda fue a la onda,

y la flecha del odio fuese al viento.


La virtud está en ser tranquilo y fuerte;

con el fuego interior todo se abrasa;

se triunfa del rencor y de la muerte,

y hacia Belén… ¡la caravana pasa!



** * * * **



                        X


       C ANTO DE ESPERANZA


Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste,

Un soplo milenario trae amagos de peste.

Se asesinan los hombres en el extremo Este


¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?

Se han sabido presagios y prodigios se han visto

y parece inminente el retorno de Cristo.


La tierra está preñada de dolor tan profundo

que el soñador, imperial meditabundo,

sufre con las angustias del corazón del mundo.


Verdugos de ideales afligieron la tierra,

en un pozo de sombra la humanidad se encierra

con los rudos molosos del odio y de la guerra.


¡Oh, Señor Jesucristo! ¡Por qué tardas, qué esperas

para tender tu mano de luz sobre las fieras

y hacer brillar al sol tus divinas banderas!


Surge de pronto y vierte la esencia de la vida

sobre tanta alma loca, triste o empedernida,

que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.


Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo;

ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,

ven a traer amor y paz sobre el abismo.


Y tu caballo blanco, que miró el visionario,

pase. Y suene el divino clarín extraordinario.

Mi corazón será brasa de tu incensario.



** * * * **



       L OS CISNES

                                                        A Juan R. Jiménez


                        I


¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello

al paso de los tristes y errantes soñadores?

¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,

tiránico a las aguas e impasible a las flores?


Yo te saludo ahora como en versos latinos

te saludara antaño Publio Ovidio Nasón. .

Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos,

y en diferentes lenguas la misma canción.


A vosotros mi lengua no debe ser extraña.

A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez…

Soy un hijo de América, soy un nieto de España…

Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez…


Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas

den a las frentes pálidas sus caricias más puras

y alejen vuestras blancas figuras pintorescas

de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.


Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,

se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras palmas,

casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,

y somos mendigos de nuestras pobres almas.


Nos predican la guerra con águilas feroces,

gerifaltes de antaño revienen a los puños,

mas no brillan las glorias de las antiguas hoces,

ni hay Rodrigos, ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Nuños.


Faltos de los alientos que dan las grandes cosas,

¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?

A falta de laureles son muy dulces las rosas,

y a falta de victorias busquemos los halagos.


La América española como la España entera

fija está en el Oriente de su fatal destino;

yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera

con la interrogación de tu cuello divino.


¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?

¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?

¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?

¿Callaremos ahora para llorar después?


He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros

que habéis sido los fieles en la desilusión,

mientras siento una fuga de americanos potros

y el estertor postrero de un caduco león…


Y un Cisne negro dijo: «La noche anuncia el día».

Y uno blanco: «¡La aurora es inmortal, la aurora

es inmortal!». ¡Oh, tierras de sol y armonía,

aún guarda la Esperanza la caja de Pandora [78] !



** * * * **


                        II

    E N LA MUERTE DE R AFAEL N ÚÑEZ


El pensador llegó a la barca negra;

y le vieron hundirse

en las brumas del lago del Misterio,

los ojos de los Cisnes.


Su manto de poeta

reconocieron los ilustres lises

y el laurel y la espina entremezclados

sobre la frente triste.


A lo lejos alzábanse los muros

de la ciudad teológica, en que vive

la sempiterna Paz. La negra barca

llegó a la ansiada costa, y el sublime

espíritu gozó la suma gracia;

y ¡oh Montaigne! Núñez vio la cruz erguirse,

y halló al pie de la sacra Vencedora

el cadáver helado de la Esfinge.



** * * * **



                        VI


    C ANCIÓN DE OTOÑO EN PRIMAVERA


                                                                A Martínez Sierra


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…


Plural ha sido la celeste

historia de mi corazón.

Era una dulce niña, en este

mundo de duelo y de aflicción.


Miraba como el alba pura;

sonreía como una flor.

Era su cabellera oscura

hecha de noche y de dolor.


Yo era tímido como un niño.

Ella, naturalmente, fue,

para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé…


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…


La otra fue más sensitiva,

y más consoladora y más

halagadora y expresiva,

cual no pensé encontrar jamás.


Pues a su continua ternura

una pasión violenta unía.

En un peplo de gasa pura

una bacante se envolvía…


En sus brazos tomó mi ensueño

y lo arrulló como a un bebé…

y le mató triste y pequeño,

falto de luz, falto de fe…


Juventud, divino tesoro,

¡te fuiste para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…


Otra juzgó que era mi boca

el estuche de su pasión;

y que me roería, loca,

con sus dientes el corazón.


Poniendo en un amor

de exceso la mira de su voluntad,

mientras eran abrazo y beso

síntesis de eternidad;


y de nuestra carne ligera

imaginar siempre un Edén,

sin pensar que la Primavera

y la carne acaban también…


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer.


¡Y las demás! En tantos climas,

en tantas tierras, siempre son,

si no pretextos de mis rimas,

fantasmas de mi corazón.


En vano busqué a la princesa

que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa.

¡Ya no hay princesa que cantar!


Mas a pesar del tiempo terco,

mi sed de amor no tiene fin;

con el cabello gris me acerco

a los rosales del jardín…


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…

¡Mas es mía el Alba de oro!



Darío, R., (2004), Cantos de vida y esperanza, Madrid, España, Alianza Editorial.


_________________________

https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/dario_ruben.htm

http://www.cervantesvirtual.com/portales/ruben_dario/ruben_dario_y_su_obra/

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/dario_ruben.htm

https://www.actualidadliteratura.com/cantos-de-vida-y-esperanza-la-tercera-gran-obra-de-ruben-dario/

https://literaturahispanica807977606.wordpress.com/2019/05/09/pensamiento-social-y-religioso-presente-en-el-poema-cantos-de-esperanza-de-ruben-dario/

[Diego Montes]



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