EL SIGNIFICADO DE (NO) SER MUCHOS: ANA ROSSETTI
FESTIVIDAD DE DULCÍSIMO NOMBRE
Ana
Rossetti es una de las representantes más significativas de la poesía española
de las décadas de 1980 y 1990. En su obra poética se observa una amplia gama de
tonos y diversas maneras de modificar textos tradicionales que revelan un deseo
de indagar, cuestionar y rehacer todas las facetas de la vida.
Rossetti
crea su propio universo mediante tres elementos relacionados entre sí: un
intenso proceso de búsqueda o indagación de lo que sucede a su alrededor, la
incorporación de la fantasía en la realidad, a partir de la utilización de
elementos de todo un universo simbólico; y la consecuente ampliación de los
niveles de significación. Por otra parte, no teme describir sensorialmente
imágenes cargadas de erotismo explícito, porque hace uso de un lenguaje
estilizado y cuidadosamente seleccionado que le permite conjugar una mezcla de
erotismo, esteticismo y culturalismo. Todo ello conviviendo en un universo
poético personal, qué desde las profundidades del yo, trasciende y renueva las
formas de escribir y leer la poesía española contemporánea.
Esta
revisión revela un deseo de indagar, cuestionar y rehacer todos los aspectos de
la vida, lo cual se relaciona directamente con la formación de una nueva
identidad, principal objetivo de la sociedad española que renacía con el
advenimiento de la democracia.
En
Periódico Poético te compartimos una breve muestra poética de la escritora
española Ana Rossetti:
INCITACIÓN
Escapémonos,
huyamos a los cómplices
días de
la niñez. Perdámonos inertes
por los
intensos vértigos de la piel insabida.
Confundidos,
al no encontrar los nombres
para
tanto esplendor, inventaremos fórmulas
de un
idioma secreto: como antes.
Extraviémonos
por la gran pesadilla
de la
noche. En los negros pasillos
del
horror insistamos hasta que el fiel desmayo
–dobladas
las rodillas– nos socorra.
Ven.
Miremos por toda bocallave
que
encierre algo prohibido,
gravemente
matemos mariposas vidriadas,
pisoteemos
seda, desgarremos la gasa
que nubla
las magnolias,
y la
desobediencia sea privilegio nuestro.
** * * *
**
FESTIVIDAD
DE DULCÍSIMO NOMBRE
Yo te
elegía nombres en mi devocionario.
No tuve
otro maestro.
Sus
páginas inmersas en tan terrible amor
acuciaban
mi sed. Se abrían, dulcemente,
insólitos
caminos en mi sangre
–obediente
hasta entonces– extraviándola,
perturbando
la blancura espectral
de mis
sienes de niña cuando de los versículos,
las más
bellas palabras, asentándose iban
en mi
inocente lengua.
Mis
primeras caricias fueron verbos,
mi amor
sólo nombrarte
y el
dolor una piedra preciosa
en el
tierno clavel de tu costado herido.
Flotaba
mi mirada en el menstruo continuo
del
incensario ardiente y mis pulsos,
repitiendo
incesantes arrobada noticia,
hasta el
vitral translúcido, se elevaban.
La luz
estremecíase con tu nombre,
como un
corazón era saltando entre los nardos
y el
misal fatigado de mis manos cayendo,
estampas
vegetales desprendía
cual
nacaradas fundas de lunarias.
Párvulas
lentejuelas entre el tul,
refulgiendo,
desde el comulgatorio
señalaban
mi alivio.
Y
anulada, enamorada yo
entreabría
mi boca, mientras mi cuerpo todo
tu cuerpo
recibía.
** * * *
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MAYO
Terribilis
est locus iste...
GEN., 28,
17
No era el
miedo un pájaro aterrado
entre
oscuras paredes,
ni el
nocturno chirriar de la madera,
ni la
luna, de pronto, en el armario hundiéndose,
ni el
viento agazapado en las cortinas.
Era el
miedo un vértigo exquisito
ante el
altar purísimo de mayo
y olía a madreselvas
y alhelíes.
Era un
mantel de almidonado hilo
con
ángeles tañendo entre vainicas.
Era mi
madre abriendo su libro de prodigios
con
resuelto fervor
y era su
voz tan clara como un trozo de espejo
clavándose
en la tarde:
«Cuenta
Alfonso María de Ligorio...»
Sobresaltado
el ánimo, del relato pendientes,
hasta de
respirar nos reprimíamos.
Las
rodillas contra la firme estera se estriaban.
Sancionada
por la muda aquiescencia
de la
celeste imagen –con la túnica suelta
de un
azul desvaído, tan ondulada y dura
como el
mar la melena
y esos
hermosos ojos de extremada dulzura–
la
lectura, abrumándonos,
sus
turbios vericuetos desplegaba.
Nunca
Poe, ni Bécquer, ni el mismo Lovecraft
pudieron
compararse a la voz de mi madre
describiendo
piadosa y minuciosamente
castigos
ejemplares y horrores deliciosos.
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**
SE
TRAICIONA A LA DESESPERACIÓN
Se
traiciona a la desesperación si se pide auxilio:
porque el
que pide, espera.
Se
reniega de la soledad, manifestándola:
porque,
lo que es expresado, se comparte.
Se
contradice el silencio, si se explica.
Y aun si
no se explica:
porque,
el silencio, si se le atiende, habla.
** * * *
**
CIUDAD
PROFANADA
Como un
cuerpo asaltado por halcones las
circundó
el acecho. Con criminal precisión calibró la
distancia,
alzó planos, apresó manantiales y avenidas, marcó
accesos y
cercas, inventarió lugares y edificios, tendió
trampas;
calculó la vulnerabilidad y acumuló codicia. Así,
largamente,
durante mucho tiempo, se aprende el asesino el
cuerpo de
su víctima y así lo desea y así, con un solo
movimiento,
abate límites, fuerza puertas, estalla blindajes,
hace
saltar su sangre como se vuelan murallas, puentes o
cielorrasos.
En un momento fue. El estruendo de sus alas
amordaza
los gritos de espanto, el clamor de los muros
desplomando
sus inútiles defensas, la angustia del corazón
en
peligro...el torrente de la vida escapando entre los
escombros;
sólo retumba su proximidad. Como en un
cuerpo,
adentraron los vértices de sus picos, penetraron en
sus
ensangrentadas brechas y hurgaron. La ciudad pierde el
trazado
de sus líneas entre el ondear de las llamas, el orgullo
de sus
pilares se troncha entre las columnas de humo. La
oquedad
tersa de las bóvedas es un montón escarpado, la
riqueza
de los palacios es ahora ruina; lo que la llana había
alisado,
la granada lo troquela, lo que a plomada se irguió,
lo
derrumba el bombardeo. Las lágrimas sacuden la tierra
tanto
como las explosiones y bajan crecientes riadas de
náufragos
entre las callejuelas. Como a un cuerpo sin más
bastiones,
almenas o parapetos que diez dedos atemorizados
y dos
brazos insuficientes, saquean sus entrañas exhibidas,
horadan
las membranas tensadas de sus vidrieras y esparcen
sus
vísceras temblorosas: cables, plomo, arena, hierros
retorcidos.
Convertida en burdel y en festín, se escupe sobre
la cuidad
la descarga lasciva del desprecio, arrancan las
simientes
del útero estremecido, cauteriza todo el tiempo
anterior
y la somete a la pesadilla de un presente continuo.
Igual que
en el cuerpo mutilado se cercena la memoria del
tacto, el
contacto, la caricia... –ese cuerpo que alguna vez fue
amado,
consolado, defendido y que ahora es violado y
estigmatizado
con fuego–, así se clausuran los paisajes: se
arrebata
el hogar, la escuela, la tumba, los rincones queridos,
los
lugares de las historias de las gentes, como si se arrancara
la piel
de los huesos; y la materia trabajada por la edad y la
experiencia
es demolida, despojada de su eternidad. Porque
ninguna
captura es sagrada.
Rossetti.
A.
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https://poetasandaluces.com/profile/59/
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.2855/ev.2855.pdf
https://recursos.march.es/culturales/documentos/conferencias/antologias-poeticas/2699.pdf
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