EL SIGNIFICADO DE (NO) SER MUCHOS: MARTHA KORNBLITH

 ORACIONES PARA UN DIOS AUSENTE

 

Martha Kornblith (1959 – 1997) Poeta. Integrante del grupo literario Eclepsidra. Autora de: Oraciones para un dios ausente (1995), El perdedor se lo lleva todo (1997), Sesión de endodoncia (1997).

Los poemas de Martha Kornblith son poco convencionales, y en ellos hay desapego por las formas poéticas de la poesía venezolana de los años 90. Martha es, sin duda, de las voces más radicales y complejas que ha tenido Venezuela. Su poesía es directa. Sus versos están escritos desde una fortaleza que claramente no busca complacer a nadie.

Toda la escritura de Martha Kornblith se enfoca en buscar “un nuevo destino a las palabras”. A su obra no la definen las dolencias psíquicas ni el saber psicoanalítico ni las decisiones que tomó sobre su destino; desgarrada por la banalidad de la época, el dolor, el asombro y la decepción, va registrando una realidad cotidiana de la que se va alejando porque allí no encuentra el sentido que exigía su alma sensible

 

 

En Periódico Poético te compartimos una breve muestra poética del libro Oraciones para un Dios ausente, de la poeta venezolana Martha Kornblith:

 

 

Por eso dedicamos nuestros libros

a los muertos.

Porque tenemos la vana convicción

de que nos escuchan.

Nosotros, cómplices de oficios

menos inocentes,

creemos que seremos dioses

en otros mundos

porque pensamos que la felicidad

es la distancia del milagro

cuando soñamos con una palabra,

cuando vemos alzarse los aviones.

 

 

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Por eso me volví poeta

porque pasa lento el tiempo en la soledad.

¿No es apenas un peligroso instante

lo que sostiene nuestra cordura?

¿No depende la locura

de nuestra única, frágil cuerda?

¿No pende ella de un sólo término,

del preciso término,

aquel que nos salva

o nos condena?

 

 

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Me dices que te hable sobre mi vida.

Yo te propongo un poema sobre la locura.

Me propones una frase para desarrollar un poema.

Poema es momento presente, lo que me ocupa.

Me dices que me ponga en el lugar

de la que me hubiera gustado ser.

Yo te digo que una actriz de cine

famosa para vivir y ser amada por miles

que es como volar por encima de una playa

y saber que aquella gente me mira y me llama.

Eso es morir.

O suicidarse.

Vagar como un fantasma ausente

en la conciencia de miles sin cuerpo ni cara.

Para verlo tomar palco entre miles estupefactos

y llamarme.

Suelo volar como una paloma herida

en una playa interminable

y dejar rastros de sangre

ante el tin tin ausente

de tu teléfono,

llamarte es confrontarme con la realidad inexorable

de un fracaso.

 

 

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En el día del entierro

uno anda como un ciego.

En la casa,

nos esperan ansiosos

los espejos.

 

 

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En las noches

los sueños me laceran.

Somos dos,

las que asistimos a un cielo

imperfecto.

Veo el ojo,

pero el ojo es ciego,

veo el sol,

pero lo subyace la penumbra,

veo al hombre,

pero el hombre me reniega.

Me paseo sobre un dios,

que estoicamente sufre.

Una vez viví en esos países

donde ahora habitan

hombres que ya han muerto.

Los veo como afirmación,

pero son sólo una metáfora,

los quiero, pero no me reconocen,

veo el cuarto

pero esos cuartos

ya tienen huésped.

 

 

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Si mis ropas mueren

con el ocaso de mi cuerpo

y la rendición de mis pasos,

si las cosas oscurecen

con la opacidad del día.

Si las horas pierden su agilidad:

¿Habrá minuto capaz de definir

la estaticidad del tedio?

 

 

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Hoy termino de aprender

que no hace falta

sólo un íntimo comienzo,

la palabra conclusiva

que lo vincule

y lo enlace todo,

que para escribir un poema

(dulce y ahíto recodo)

hace falta fundar

en las estrofas

un lugar donde permanezcan

nuestros silencios.

Tampoco bastan las sentencias,

gesto final y tardío:

(esta ocupación, la más

inocente de todas)

es preciso que el amor

se instale en leve abrazo

y anude las palabras

(tampoco se llega lejos).

Es necesario descifrar

la exacta medida, el vínculo necesario

donde surgen las hipótesis,

adentrarse en el punto decisivo

en que se cruza el verbo y

la mirada.

 

 

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No he cambiado mi forma

sólo le he dado un nuevo destino a las palabras.

Te sorprenderás de esta nueva manera de darme,

estoy harta de esta manía de suicidarme

en cada verso, cada ocaso

quizás sea  así,

probablemente la partida.

No he cambiado mi forma

Sólo he decidido disimular

esa costumbre trágica

de abandonarme en el inicio

y reanudarme en la caída.

No he perdido el motivo,

he retomado mi manera habitual,

he reanudado el proceso,

no he perdido mi hilo central,

esa forma triste de designarme

en cada línea.

 

 

**     * * *     **

 

 

Me quedo mirando la palabra,

la ruina que originó mi primer verso,

sólo cosas diciéndose por siempre y nunca más,

no habrá más talento surgiendo en los escombros,

sólo letras de otros anuncian el desastre.

 

 

Kornblith, M., (1995), Oraciones para un Dios ausente, Caracas-Venezuela, Monte Ávila Editores Latinoamericana.

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https://poesiavzla.wordpress.com/2019/10/27/martha-kornblith/

https://vomiteunconejito.wordpress.com/2020/04/19/poemas-de-martha-kornblith/

http://laparadapoetica.blogspot.com/2017/04/martha-kornblith-obra-completa.html

 [Diego Montes]



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