Historias fantásticas desde un hexágono | El sapo/Le Crapaud
Historias fantásticas desde un hexágono
Por:
Patricia Acosta Tinajero
El Sapo/Le Crapaud
El sapo tiene un lugar importante dentro de los bestiarios mágicos, las creencias populares lo catalogaban como un animal inmundo, relacionado con lo oscuro y, por lo tanto, con la maldad. En otros tiempos se pensaba que los sapos eran una de las muchas manifestaciones que tenía el diablo para presentarse a los hombres y a las mujeres.
Laraignée et le crapaud, miniatures attribuées au Maître de Watriquet, 1329, France.
En muchas regiones de Francia se creía que podían vivir indefinidamente debajo de
las rocas, es por ello que dentro de los innumerables ritos de construcción de
viviendas había uno en particular donde se ponía a un sapo vivo debajo de la
primera piedra del inmueble. También se tenía la costumbre de colocarlos debajo
de las partes del cuerpo que estuvieran heridas o encerrarlo dentro de un saco
y llevarlo colgado en el cuello; incluso en Franche-Comté, al norte del país,
se les clavaba de una pata en las vigas de los establos, se pensaba que de esta
manera se podía alejar todo tipo de enfermedades.
A
los sapos se les asoció fuertemente con las brujas, en los procesos de brujería
era común que se mencionara la posesión de estos animales por parte de las
acusadas. En 1579 en Inglaterra, a una señora llamada mother Dutten se
le encontró un “espíritu” cuya forma era la de un sapo que vivía entre el
forraje verde de su jardín y al cual alimentaba con su propia sangre. Otro caso
en Italia (1365) la bruja Billia la Castagna guardaba bajo su cama un sapo que
solía utilizar para elaborar sus pociones. Actualmente, se ha descubierto que
en la piel de estos anfibios hay un fluido que contiene bufotenina[1],
ésta sustancia al ser suministrada en humanos puede provocar diversos efectos
de corta duración como sudoración excesiva, náuseas, dilatación pupilar,
problemas respiratorios y, sobretodo, alucinaciones.
Otra
creencia era que los sapos tenían oculta una piedra en la cabeza, la llamada “Pierre
Crapaudine”. Por mucho tiempo se utilizó como un amuleto y se le relacionó con
la piedra filosofal de los alquimistas. En el libro “Le Jardin de santé”,
escrito por Johannes de Cuba en 1491, hay una ilustración donde se aprecia la
extracción de esta piedra y más adelante se puede ver cómo le es suministrada a
un enfermo o moribundo.
[1] En el ser humano, la bufotenina es un enteógeno, es decir, una sustancia psicotrópica que provoca un estado de conciencia modificado.
Sin embargo: también hubo un lado benefactor en el imaginario popular, pues el sapo al poner una gran cantidad de huevos se le relacionó con la fertilidad. Un ejemplo de esto son los ex-votos con forma de sapos que se encuentran en el Musée historique de la ville de Strasbourg; estas figurillas elaboradas a partir de hierro o madera eran frecuentemente colocadas en lugares de peregrinación por las mujeres que no podían tener hijos.
En general, la vida del sapo no fue fácil, las creencias sobre él llevaron a la gente a martirizarlo. Tal vez ahora podemos comprender un poco más y entender que a pesar de su aspecto socialmente condenado, es completamente inofensivo.
Bibliografía
Hervé Filipetti. (2018). Peurs & Coyances Populaires de France. Union Européenne: Métive.
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