VERTEBRAL | El derecho universal a la belleza
CABEZAL:
E l derecho universal a la belleza
El Art Nouveau, corriente artística nacida
del vientre de un impetuoso movimiento creativo que emergió en la segunda mitad
del siglo XIX, aterrizó en nuestro país a comienzo del siglo XX cómo una suerte
de removedora revolución estética destinada a perdurar en el tiempo.
Cuando acercar el arte a la vida cotidiana y dotar a la peripecia
existencial de una impronta creativa cuajó en acto revolucionario, comenzó un inédito
proceso que disolvió los límites entre lo artístico y lo cotidiano. En ese
contexto, mutó el relacionamiento con la realidad, mediante la búsqueda de experiencias
estéticas en todas las dimensiones.
Para
las personas con una idea o formación clásica del arte, que piezas cómo los
Bichos Locos lleguen a una galería de arte o que haya una muestra de tapas de
libros y afiches en un museo, les puede parecer extraño.
Del arte en lo cotidiano
Con el Art Nouveau desapareció la
separación entre artes mayores y artes menores. El arte, al dejar de ser para eruditos
y símbolo de estatus social y económico, se socializó y democratizó. En ese marco, no solo se desarrolló en
la pintura, escultura y arquitectura, sino también en las artes aplicadas
o decorativas.
Bajo
el influjo de las ideas de John Ruskin y William Morris el germen creativo que
se había desarrollado en la tecnología, gracias a los descubrimientos
científicos y su aplicación práctica, devino tierra fértil para artistas y
artesanos.
La premisa fue que los objetos cotidianos debían tener valor estético, además de ser asequibles a toda la población, enfatizando el hacer artesanal. Estéticamente, el Art Noveau posee una evidente inspiración en la naturaleza (las líneas evocan formas orgánicas estilizadas que rellenan todo el espacio (horror vacui)), en cuyo contexto se prefieren las curvas y la asimetría.
Algunas de las corrientes artísticas más influyentes
surgidas a principios del siglo XX siguieron esta línea de diseño integral.
Inspirándose
en el movimiento inglés de William Morris llamado Arts and Crafts, Walter
Gropius creó la Bauhaus. Gropius soñaba
con una sociedad alemana más civilizada y menos egoísta y consideraba necesario
desarrollar las habilidades prácticas e intelectuales de las nuevas
generaciones en una escuela de carácter democrático, con un plan de estudios no
convencional, donde cada estudiante siguiera su propio ritmo artístico y
personal. Los estudiantes de Bellas Artes debían colaborar con los artesanos,
para crear una obra de arte total.
Durante
el período en que Theo van Doesburg (creador en buena medida de la Bauhaus que
todo el mundo conoce, la de las líneas rectas, la de la simplicidad y la eficacia),
impartió clases, la Bauhaus generó todo tipo de diseños, desde barrios enteros
a juguetes.
En el
mundo empezaron a conocerse las creaciones de la escuela y todos deseaban poseer
algún objeto surgido de ese nuevo arte.
Con
el ascenso de Hitler al poder, la Bauhaus tenía los días contados. Muchos de
los artistas que se formaron allí emigraron y divulgaron la doctrina.
Paralelamente,
se desarrolló, en Francia, el Art Deco. Este movimiento, surgido después de
la Exposición Universal
de 1900 de París, amalgamaba estilos y movimientos
diversos de principios del siglo XX, como el Constructivismo, Cubismo, Futurismo, Fauvismo, Art Nouveau y
Bauhaus.
Se expresó
a través de todas las artes incluyendo al cine, con elementos inspirados en civilizaciones
milenarias como la del Antiguo Egipto.
Este
eclecticismo dio al Art Deco solidez e identidad propia: las líneas rectas o
aerodinámicas y la simetría. El diseño industrial, la tipografía, la publicidad
o la moda no serían lo que conocemos sin este movimiento.
A
diferencia de otras corrientes como la Bauhaus, el Art Deco no buscó generar
cambios sociales y fue casi puramente decorativo. Expresaba los deseos
burgueses de progreso, elegancia y opulencia llevados a la exageración. Al ser
el estilo elegido por las estrellas de Hollywood y símbolo del glamour, en
menos de un siglo el arte volvía a ser elitista.
A lo cotidiano en el arte
En 1957, Richard Hamilton, uno de los
artistas pioneros del Arte Pop inglés, decía: “El arte de mañana será popular,
concebido para las masas, efímero, con soluciones a corto plazo, prescindible,
fácilmente olvidable; de bajo coste, producido en masa, joven, dirigido a la
juventud; ingenioso, sexy, efectista, glamour y un gran negocio”.
Con una motivación política como el Art
Nouveau y la Bauhaus, El Pop Art fue un instrumento de denuncia, que se sirvió
del humor y la ironía, para criticar ácidamente al consumismo.
Este fenómeno es, en parte, el resultado de
las corrientes artísticas de la post guerra. Fue y es provocador,
incitante, polémico, cuestiona la idea de originalidad, la superioridad del
genio creador, el papel de los críticos, de los historiadores del arte, el
concepto de los museos, los criterios de selección y los principios de la
museografía.
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