Eco de habitación | Sergio H. García
Las pieles ocultas en Gin de Lázaro Cristóbal Comala
Sergio H. García
Daniel Aznar, mejor conocido como Lázaro Cristóbal Comala, es un
cantautor, músico y poeta radicado en Durango, con una trayectoria que envuelve
a cinco álbumes y dos EP´s desde 2014 y cinco sencillos desde el 2019. Desde su
primer álbum que lleva un título homónimo a su creador, sus canciones (en su
mayoría) se ven influenciadas por el contry, el flock y el pesimismo lírico y
poético de Dylan, Cohen, y especialmente Cash. Un ejemplo claro puede ser No me da la gana ser feliz, canción con
la que abre el álbum mencionado y que la música, en 2/4 es un claro contry lento,
suave y melancólico. Otro ejemplo de esto en el mismo disco es Moli Ray Jones, que bien podría ser una
de las infortunadas historias de tristeza y melancolía cantadas por Jhonny Cash
y arpegiando la guitarra para recrear un rasgueo sutil y suave. Ejemplos así
encontramos en toda su discografía, que vale la pena un día sentarse, ponerla a
todo volumen, servir un whisky y sumergirse en las olas etílicas de su voz.
Uno de los sencillos publicados después del 2019 por
Lázaro, es Gin. Esta canción publicada
en 2020 se ve infectada por guitarras eléctricas, batería y un bajo haciendo
melodías con el drama a flor de piel.
La canción está compuesta en la tonalidad de Mí
mayor, pero este acorde no se presenta hasta el inicio del estribillo; en las
estrofas previas a él se usa como sustituto a la tónica, el relativo menor de
esta que es el acorde de Do sostenido menor generando una tensión que se ve
aumentada con los golpes de la batería y el tempo rápido en 4/4 (160 beats por
minutos) un bajo que crea una contramelodía a la de un órgano y una guitarra en
contraposición a lo tocado por la batería, se queda en acordes largos y suaves.
Todo esto parecería que nos indicaría una tensión, un
dolor oculto o quizás una mentira.
La letra aparece y Lázaro canta:
«Sé que
ya no me puedes querer
Sé que ya no hay nada que pueda yo hacer
Sé que el tiempo que pierdo intentando perder
es el mismo que ganas cuando ya no llamas»
Se
nos revela el pesar del personaje lírico desde la primer línea, él sabe que ya
no es merecedor del amor de alguien (asumiré que es una ella) y además se sabe
fuera del juego, sin opciones, sin alguna escapatoria de su condena y él sabe
que su culpa es total y la comprende.
Hay
algo que se tiene que destacar de la tercer línea: el uso del mismo verbo en
dos tiempos y formas distintas para decir cosas distintas con el mismo
significados; el tiempo que pierdo intentando perder nos revela el uso del
verbo perder para su aplicación real y el uso del mismo verbo pero para una
aplicación metafórica, porque el segundo perder no significa eso, significa la
autodestrucción, la caída al abismo, o quizás el suicidio a dosis precisas y
moderadas.
La canción sigue:
«Sé que
un día te vas a cobrar
las diez mil chingaderas que te hice pasar
Te agradezco, aún con eso la coordinación
Entre quien se destruye y quien logra la iluminación»
El personaje lírico no teme ser cobrado, lo espera
con ansia. Desea ser vengado de sí mismo y logra distinguir los dos polos de un
camino que se bifurca: uno se destruye, él se destruye; y el otro logra la
iluminación, como lo dice Lázaro, es decir, libra de mejor manera todo el caos.
Otra cosa que destaco de esta estrofa es que en la tercera
línea existe una rima asonante, totalmente voluntaria, que le brinda una
cadencia y ritmo a la voz impresionante.
Se hace un espacio musical, se dan dos giros a la
procesión de los acordes bajo el mismo régimen arreglístico mencionado, y
Lázaro sigue cantando:
«Sé que
el plan no era tener un plan
Sé que tiendo a llamarte después de tomar
Sé que atisbo un camino tranquilo al final
y que me ha consumido de tanto incendiar
Sé que estoy desgastando el riñón
y que un hijo ahora mismo requiere timón»
Aparece el problema central, que para los que vean el
video de YouTube lo podrán adivinar:
la destrucción del personaje es a través del alcohol y este, en su carácter
flamable e incendiario, acaba con los planes tranquilos hasta lograr las
cenizas. Aparece un tercero afectado en esta historia, un daño colateral que
podrá ser consumido también por el fuego; aparece un niño de cual el personaje
está siendo omitido.
La tensión crece musicalmente y culmina con la caída
inevitable de la tónica. Toda la música que había sido tensa, reposa y por un
segundo se siente una amarga paz. Luego aparece de nuevo la voz de Lázaro como
un teléfono a mitad de la madrugada, una voz que te da malas noticias, pero el
autor es astuto, sabe que ningún boxeador gana solo dando golpe tras golpe y
como en el póker, esconde sus mejores
cartas e intenciones.
Lázaro canta:
«Gracias
por lo dado
por el gallo, y el gin y este error de vivir sin ti
Gracias por todo el daño
por la fe en San Fernando y el año en el que pude ser feliz»
Quizás uno podría pensar que el estribillo de esta
canción es la parte con menos trabajo lírico de parte de compositor, pero esta
brilla por su labor poética: El primer verso nos introduce al sentimiento de
culpa y la poca autoestima del personaje lirico al agradecer todo lo dado,
quizás solo es modestia mezclada con dolor. Luego enuncia cosas que se pueden
ingerir (el gallo –saben a qué se refiere ;)- y el Gin) y hace un polisíndeton
con el Y, pero además rompe la
tendencia de cosas que se ingieren y logra un verso bastante evocador y rompemadres con el error de vivir sin
ti; primero ya no es algo que se ingiere, pero sí es algo que le está
agradeciendo genuinamente y segundo, es que uno normalmente diría que vivir sin
alguien es un horror, algo que está feo, que se sufre, pero Lázaro nos habla al
cambiar sólo una letra, en que es un error, una equivocación tremenda vivir sin
esa otra persona. Ahora pareciera que el personaje levanta la cabeza y agradece
con más gallardía todo el daño recibido, la fe en san Fernando (a la fecha sigo
sin comprender por qué San Fernando) y el año en el que se logró la felicidad,
que para un personaje así de oscuro, esta solo se logra en momentos muy
elevados.
Se vuelve a la música de las estrofas, se cantan
cosas distintas pero bajo el mismo tenor y se vuelve a cantar el coro. Ahí
terminaría esta gran canción que estruja el pecho, pero hay una incógnita en
todo esto: ¿De quién se habla en la canción?
Hace un par de años, Lázaro Cristóbal Comala dio una
entrevista para el programa de Javier Poza donde cantó un par de canciones y
habló sobre su proceso creativo. En ella, él comentó que todas las canciones de
cierta forma estaban hechas para su padre que lo había abandonado desde muy
chico y que prefirió seguir la fiesta y eventualmente sentar cabeza con otra
familia. Esto me hace pensar en posibles conclusiones acerca de los
significados de la canción. En Gin, Lázaro
habla de un tema muy personal e íntimo, pero no habla de sí mismo; en Gin, Lázaro Cristóbal Comala habla de su
padre, o mejor dicho, se pone la piel ausente de su padre para componer una
canción que él le hubiese cantado a su madre desde el camino bifurcado de la
destrucción. Es a su padre a quien él encarna, a quien se le incendian los
caminos para llegar a la meta de tranquilidad, es el que sabe que perdió el
cariño y que no hay nada que pueda hacer, es él el que está hundido en la
destrucción del alcohol, desgastando el riñón y por último, es él el que
agradece y que sabe que su vida es un error sin su familia… o por lo menos en
palabras de Lázaro.
Gin, el sencillo de Lázaro Cristóbal Comala, fue la primera canción que
conocí de este cantautor duranguense, fue la primera de su obra musical que me
partió el alma y no será la última que escuche de él. Sigo en proceso de
conocimiento de su voz musical y seguramente volveré a escribir de él.
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