Tranzar para avanzar | Juan Ángel Espinosa Netro



TRANZAR PARA AVANZAR


Al escuchar la palabra corrupción, de forma irremediable se nos viene a la mente la política, y no es para menos, México se ubicó en el lugar 124 de 188, en el Índice de Percepción de la Corrupción, en su reporte del año 2021 ( https://www.tm.org.mx/ipc2021/). Con el auge de las redes sociales cada vez en menos probable que actos como el enriquecimiento ilícito, abuso de poder, fraudes, entre otros delitos, pasen desapercibidos. Todos los ciudadanos al ver una noticia donde se menciona que algún político incurrió en la ilegalidad para verse favorecido, nos indignamos y exigimos todo el peso de la ley. Ocurre lo mismo con las grandes compañías, al descubrirse sus malas prácticas, enseguida, una enorme parcialidad de jueces se levantan heroicos organizando boicots, que pretenden mermar las ganancias de los corporativos.

Sin embargo, existe otro tipo de corrupción, que pasa de forma velada y de la cual la inmensa mayoría somos culpables, aquella que no hace daño, o al menos así lo pensamos, y esa creencia nos lleva a realizarla con mayor ahínco. Actos corruptos que se llevan a plena luz y a la vista de todos, incluso, en las charlas entre conocidos generan orgullo y alabanzas cuando salen a colación. La mordida al agente de tránsito, el favoritismo del reclutador para la obtención de un empleo, la resolución en una proceso legal por un módico pago, el influyentismo de los familiares de empleados en puestos de mando. Se podría enumera una gran lista de las situaciones relacionadas con este cáncer; por desgracia, poca o nula atención se les brinda en los medios de comunicación por no ser de gran revuelo; empero, merman sobremanera el estatus de la comunidad mexicana.

En la hora del almuerzo, entre compañeros de trabajo surgió la duda de cómo acabar con la corrupción. Todas las opiniones apuntaban a que los políticos ya no tuvieran fuero y condenas más duras contra estos actos, hubo quienes pugnaron por eliminar al PRI (símbolo de todas las malas prácticas habidas o por haber). Un colega fue más allá y sugirió que este mal podría ser exterminado desde la casa, como un acto de rebeldía familiar, siendo un deber de los adultos enseñar honestidad a las nuevas generaciones. Puso como ejemplo el tan consabido caso donde el papá le pide al hijo mentir, mientras él guarda silencio para evitar el pago al cobrador. La justificación de faltas, porque simplemente la madre no quiso llevar al menor a la escuela, es una acción que se ve con frecuencia y que van forjando la mentalidad de trampa en las conciencia de los futuros ciudadanos. Ya que se habla de las instituciones educativas, en la edición digital de La Jornada de abril de 2017, salió la noticia de venta de calificaciones en el Instituto Politécnico Nacional (https://www.jornada.com.mx/2017/04/08/sociedad/030n1soc), lugar donde se supone que se instruyen a los profesionistas bajo la ética y el profesionalismo. No dudo que casos similares pululan dentro de muchas aulas del país. Incluso actos tan insignificantes como el llevar una dádiva (refresco, comida, dinero) a un trabajador de cualquier empresa, ya sea para dejarnos pasar primero, ayudarnos en un trámite que no les corresponde, son el pan de cada día e incluso a veces es mal visto no hacerlo. Estacionarse en un lugar prohibido, porque "nada más me tardo un minuto", hasta sustraer artículos de la papelería de nuestro empleo, engrosan la lista interminable de corrupción solapada, y la cual no sé juzga, porque ¿quién está libre de pecado?

"El que no tranza no avanza", reza una frase muy popular en México. Oración con la cual el ciudadano se excusa de los actos ilícitos que se cometen y que son necesarios para vivir. "Si el otro (el político, mi vecino, la autoridad) lo hace, porque yo no", también resuena en el país. Expresiones como esas y muchas otras que intentan minimizar el acto desleal, tendrían que ser erradicas del léxico mexicano. Debemos ser conscientes que, si de verdad queremos un mejor país, de manera prioritaria hay que empezar por uno mismo; de lo contrario y sin remedio, estaremos condenados a seguir en franco descenso.

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A Rocío, Arwen, a mis padres, hermanos, a maestros y amigos.



Juan Angel Espinosa Netro. Nacido en Ciudad Madero, Tamaulipas. Licenciado en Psicología Organizacional. Desde joven le nació el amor por la lectura, actividad que lo llevó a escribir sus primeros textos. Ha colaborado en revistas literarias, impresas y digitales, tanto en México como en el extranjero. Sus cuentos han sido publicados en diversas antologías nacionales e internacionales. Ganador del Concurso Internacional de Narrativa Breve Xpressalo 2022.


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