Muestra Poética | Dariela Torres
Parece que el canto de un pájaro se va acercando, pero jamás llega.
El invierno lejano me obsequio el abrigo de la calle.
Donde aprendí a querer con la misma rabia
con la que adormecen los amaneceres de lluvia a
los animales huérfanos.
Buscaré el murmullo de la brisa que se quedó escondido en las ramas,
en el llanto tierno del tiempo deshojado.
Circulares cantos en el río que me habita,
que resiste a la colisión de las señales,
a los huesos que cuelgan como alas podridas de papel en el alambrado.
Atrás quedará la montaña cubriendo las arterias
de quienes cargan cuerpos luminosos repletos de lágrimas.
Adorando a un nuevo sol que nace de la angustia.
Al caminar cante a las fisuras por donde se profesaba la ternura.
La compasión de ver en medio del bosque miradas perdidas en el tiempo
lamiendo metáforas para reconocer el lenguaje.
Encarne la noche junto a los demás espíritus quebrantados del mundo.
Supe desde entonces que las lunas no abandonaran
el ladrido frágil que se esconde en los escombros del reflejo.
Al final, siempre llega el fuego y el olvido. Retornarán los nombres, pero los cuerpos
estarán vacíos. El silencio encontrará su cauce, su suave movimiento entre las aguas
agrietadas y sangrantes.
Animala herida escupirás todas las palabras que se te han dado,
Dirás adiós las veces que tu cuerpo aguante.
Te despedirás del viento lleno de sangre.
Sin mirar atrás, llegará la calma sin terror
y el llanto estéril será refugio para pájaros.
-Adiós lluvia, adiós jardín que soñamos.-
Adiós bala, hastío, turbia voz de bestia que arranco mis noches.
Acepto mi fragmentación diluida que destruye la realidad, ¿quién llorará, por nosotrxs?
Te convertirás en un manojo de nada, frente a la nada.
Hasta que las mariposas se posen todas, en tu carne descompuesta.
No existe lugar ni tiempo
para escapar
del recuerdo llagado y transparente.
Canción corpórea
Entre la cortina y el humo la luna brilla.
Su viento llega alimentado de un sol enfermo.
La noche fue desterrada,
como millones de voces que se pierden.
Hay quienes las confunden con cantos para la muerte.
Pero son gritos y dolores paridos de cadáveres floreciendo.
Pienso que parecen cráteres,
región finita del espacio en la memoria.
No creo en el falso abrigo de la lástima, creo en los frutos podridos que nos dan para que
saciemos las ansias y olvidar.
Jamás
olvidaremos;
La bala
que dejo nuestro lenguaje de rodillas para siempre.
En la madrugada que lleva el color de tu odio nadie me arrojo, yo me arrastre para
encontrar el llanto de aquel pájaro recién nacido.
Y entregué mis ojos a las galaxias como señal de agradecimiento,
por haber encontrado un trozo de luz.
Que después se convertiría en vuelo frágil,
en golpe violento,
en arroyo flamante
y risa fría.
Luz sucia que como un lago contenía cuerpos luminiscentes.
El dolor es portal que abre distintas dimensiones.
Aquel conocido sabor que dejo el espacio lleno de flores agonizantes.
Se asoma ante las horas en que germinan las heridas,
tierra
llena de mis restos
que se acurrucan abrazando las raíces,
es decir,
los huesos olvidados.
Tormenta diminuta,
el río esconde voces,
el horizonte siempre nos parece irremediablemente bello,
y la tarde de resurrección será
tu voz llegando
al recuerdo.
Dariela Torres 1995. Comayagüela, Honduras. Poeta de barrio, editora y cofundadora de lo que fue el proyecto transfronterizo y revista literaria Ek Chapat. Primer lugar en el torneo de poesía Slam del Ccet (2022). Su obra ha aparecido en distintos sitios webs, revistas electrónicas, antologías y dossiers. Ha sido invitada a varios festivales de poesía en Cuba, México y El Salvador. Seleccionada para los talleres de creación poética y poesía en voz alta en RONDHOUSE “Talking Doorsteps” que se llevaron a cabo en Londres (2017).
Tiene dos plaquettes de poesía publicados. Parte de su trabajo poético ha sido traducido al inglés, italiano y catalán.
IG: quasar.torres
Facebook: Torres Dariela
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