Muestra Poética | Ottoniel Herso
Levantarse
Creo que dormí toda la noche bajo el agua,
siento la respiración como un vestigio de la bestia
que ronda ciega el continente accidentado de la sangre.
Las manos adormecidas,
se desconocen entre sí,
como si en su momento hubieran pertenecido
a alguien que supo usarlas para cambiar al mundo.
Intento tocarme el rostro y de alguna forma me digo adiós.
No recuerdo como se sentía ser yo
antes que el pasado me pronunciara en presente.
Mi sombra, asustada, se ha refugiado quien sabe a cuántos huesos.
Repito, quién sabe a cuántos no puedo —levantarme de esté agujero mal cartografiado que es el cuerpo— me morí.
Levantarse es diferente a ponerse de pie,
el segundo es el acto biológico de salir a jugar al patio de los continentes,
El primero es más como leer un buen poema y sentir que las tripas
lo descubren a uno agazapado en el pensamiento,
Me pongo entonces de pie, sin levantarme aún.
La mañana parece un poema oscuro, de sustancia trocada,
escrito en cursiva por el inclinado e infinito comportamiento de los leptones.
Me detengo frente al lugar común del espejo.
Nada tiene de poético mirarse en desgastada quietud,
hasta que en los ojos, a cierto silencio titilante de distancia
se columbran las coordenadas de una mirada inexistente,
porque el pasado tiene carácter de homicidio.
Repito —ante el homicidio de mi voz en la resonancia de los días— por última vez,
antes de levantarme: Levantarse es más bien como leer un buen poema
y descubrir que el pulso es un accidente temporal del cuerpo,
en lo que dura la poesía.
Canto de la quemadura
A Andrea Herso
Está tarde,
la voz proterva del sol
pronuncia el viento
como si de un maleficio
se tratara.
Me limito a observar las cosas del patio,
sus bordes abismados por el tiempo.
Ellas entienden la delimitación
empañada de la materia,
cuentan en lengua cuántica
una historia pretérita del futuro.
Finjo ser otra
hierba
rama
roca
en completa quietud,
desprovista del cargo especulativo del dolor.
El viento pronuncia mi silencio
como si de la risa de un muerto
se tratara.
¿Qué novela taxonómica,
vino a montar mis huesos escalenos
en está tardía quemadura
que es la vida?
La maceta rota,
la hierba no podada,
el saludo extrañamente alegre de un vecino
me hacen sentir
que todas las tardes
son la última.
Pronuncio con mi risa de recién muerto
una verdad que sé pero no digo,
como si de los nombres que nunca tuve
se tratara.
El dolor es un deber
al que uno se compromete
estando vivo.
Como la niebla antes de desaparecer
A mamá, por siempre recibir en casa
los restos que la ciudad deja de mi.
I
La ciudad es un ojo sangrante
sabe de mis pasos a donde quieren ir
de su silencio donde no llegan
Entre el querer y el no llegar están las calles
Abro la puerta
II
La ciudad es una caída cuadriculada
un paseo por la gravedad de las alcantarillas
En mi pecho late el presagio de las aventuras
flechas en el asfalto indican que huir y llegar es lo mismo
III
Entre ellos me siento perdido
Distingo la otredad
como un rasgo familiar de la especie
Los gestos sin rostro dibujan el desencuentro que nos une
IV
El metro cavidad maloliente
con destinos ficticios
describe el vandalismo
como esencia de las sociedades
Ningún país puede ser potencia mundial
hasta no haber violado insaciablemente
la tierra donde se edifica
Salgo de ese hueco con la sombra enredada de otros sudores
Huelo a ninguna parte
V
Tanto camino en poca distancia me dice que algo anda mal
¿Quién me ha traído aquí a recorrer las heridas del concreto?
A esta calle con nombre de patria inventada
Esperar una hora la llegada de nadie
rompe los capilares del tiempo
Quiero regresar
VI
Llueve el metro se inunda
como se inundan los caminos innecesarios
Algunas ratas salen
intentan rescatar del agua a sus crías
Veo calidez en ellas
en nosotros ni lo primitivo
Ser humano es una falacia de la erudición
VII
Tomo una combi somos muchos
ya nos habíamos visto en otro desagüe
El tráfico es un mamut congelado
Observo algo que deja de latir en el concreto
bajo una manta
Podría ser mi amigo mi madre yo
pero luego recuerdo el color de la bandera
Sobre el concreto también se extiende un país de olvido
VIII
No nos decimos adiós los cadáveres viajeros
IX
Regreso a casa
Tengo un mensaje de WhatsApp
—¿Cómo llegaste?
—Llegué
Pero me siento como se siente la niebla
antes de desaparecer
¿Cómo te fue? Mi madre pregunta
Ella no sabe que me confundí a mí mismo
con alguien sin nombre bajo una manta
Mañana podría suceder
Antes que pase digo lo único claro que tengo
Te quiero
Ottoniel Herso nació el 27 de Noviembre de 1997. Estudió Biología. Ha colaborado en revistas digitales y en dos antologías de poesía. Finalista en el festival de poesía Antonio Alatorre.
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