Muestra poética | Zauriel

 

Skelleton falling in love


Tiene rato que me propuse no entender el amor,

esa madre no se piensa,

nomás desgarra

aunque no siempre duela;

hoy fui al panteón con Iván,

mi amigo marciano,

queríamos buscar un nicho

donde enterrarnos,

pa que la gente viniera a traernos flores,

pa que dijeran lo importantes

que eran estos dos puntos en blanco para sus vidas;

             los cementerios son lugares donde el amor perdura un ratito más

  y al olvido le toca esperar.

 

Yo no quería morir e Iván tampoco,

creo,

él anhela tener supepoderes

como Tormenta, la de X-men,

yo ando con ganas de encularme

así macizo,

cotorrear con un cariño

caótico,

            dedicar las canciones que me dedica el algoritmo,

dedicar momentos,

pedas,

libros,

mi insomnio,

chorrocientas chaquetas,

veinte saltos de cuerda,

la lista del mandado:

- una lechuga

- quince pesos de huevo

- un kilo de azúcar

- un six de Carta Blanca

- un Jabón Roma

- tres pesos de agua para lavar nuestros rasguños autoinfligidos.

 

Podría hacer también una lista de los momentos

que quiero perseguir

con mi mano entrelazada a otra,

pero entre tantas fantasías olvido

los comienzos;

mejor grabaré un corto,

no, una película,

no, muchas,

film-amaré en todas las formas posibles,

no solo en ésta, que más me asusta,

seré el compa cinéfilo mamador

con metrajes de bajo presupuesto.

 

Escenario: el panteón porque me gustó mucho, ta bonito el lugar,

es como un parquecito donde habitan nostalgias.

 

Luces.

No las necesitamos. Es de día. Los rayos de sol pasan entre los árboles.

Dibujan contrastes.

 

Cámara.

Cuando digo bajo presupuesto, es bajo presupuesto. Bajísimo.

Usaré mis ojos distorsionados.

 

Acción.

         La morrita que me late chocolate camina entre cadáveres.

         Cadáveres Primates y Botánicos.

         Las flores no saben que aquí está también su final previo al descanso.

         Camino hacia la morrita que me late.

          Encontramos descontrol entre el reflejo mutuo.

Da igual.

Algún día hasta Dios arderá en llamas.

 

 

Luna

 

La muerte nos giñó el ojo a ambxs y

no supimos

si estaba regresando

el saludo

o

el coqueteo.



Prende la luz, soñé que era un caballo

 

El amor debe ser de tu color favorito,

los gatos son pardos de noche y

el violeta está reservado a los años por venir.

 

Con la muerte a tu lado nada es insignificante y

todo da risa,

cada jirón de humo se vuelve

parte fundamental de nuestro incendio;

 si las cosas no tuvieran fin tampoco tendrían principio

entonces el mundo no se movería y todo sería tan

aburrido que ni siquiera nos podríamos aburrir.

 

Prende la luz aunque no duermas conmigo,

soñé que salían relinchos de mi garganta y

lo único que me importaba

era dar de patadas contra el suelo,

prende la luz, no quiero que nada me importe,

vendí mi color favorito en internet

para comprar el desayuno y ahora

no sé en qué parte del arcoíris

buscar el sentido de la vida.

 



Zauriel (San Luis de la Paz, Gto. 2000) Autor de Díganle Adiós al Ratón (Tierra Adentro, 2021) e Imagina que en lugar de aves éramos terremoto (Grafógrafxs, 2022),  entre otros libros. Estudia Filosofía en la Universidad de Guanajuato.

 

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