Muestra Poética | Leodan Morales

 

Reflexión 1497 (Pt.3)


Estoy en esa etapa /concurrida y abisal/

no sé quien soy

palabra desgarrada

piel insomne sobre la herida

eco silente ajeno a la acción del verbo

datos mal codificados

tiempo excluyente de flujos y transcursos

reflejos negros sin principio ni capítulo primero

Contemplo un yo proyectado

sin forma ni fondo, cliché de un siglo deprimido

Reformulo práctica y ritual

no encuentro quien soy

un ratito, dos momentos, tres huellas, cuatro puntos suspensivos, cinco canciones inéditas, seis eclipses solares, siete imperfecciones sobre mis dedos, ocho desempleos discontinuos, nueve hojas de periódico desperdiciado, diez recuerdos en el aliento del futuro, once palabras alérgicas al sintaxis.

Nunca es suficiente

el discurso no alimenta la sensación de “palabra” albergada entre la entraña y el sentir. Palpita, como palpita el vaho de los animales desconocidos un martes por la mañana, cuando el cazador es oficinista y la extinción se resguarda en el concepto y el aula de las escuelas.

¿qué te da miedo?

susurró mi sombra. llevábamos poco tiempo platicando. no recuerdo quien sirvió la mesa. era una casa distinta, un hogar extraño, sin puertas ni paredes ni habitaciones ni suelo donde dejar los zapatos repletos de polvo.

entró el fuego

con cenizas entre sus nudillos

incitó el incendio

no hubo disimulo

no existió sonrisa

en el último chasquido

reventaron los huesos/sombra de estas y las otras 

dimensiones

Reescribo el capítulo

no interpreto lo que soy

acércate

acércate otro poco

lo suficiente

lo necesario

olfatea las palabras y sus espacios. recupera el 

aroma del secreto

de lo no dicho

de lo inventado y lo absurdo

/contenedores de fluidos

olvidan

contenedores de fluidos/

observe la ventana, el vidrio se había desvanecido. corroída por el agua o evaporada por el sol. el resultado carece de importancia

conceptos elevados al cuadrado

perfectos como números

inexistentes como la realidad filtrada por la mente 

y el órgano

colores que flotan

en el pedregal desintegrado del límite y la frontera

no hay manera de comprobar su existencia

Profetizo el pasado empolvado

no muero lo que soy

Quiero ser un cristo

dejar al descubierto mis heridas

renegar del destino autoimpuesto

sanar sanar sanar(me)

cubrir los orificios, mirar a través de ellos

dejar a la sangre ser sangre

y al vino ser vino

quiero suturar (suturarme)

cicatrizar (cicatrizarme)

dejar a la cruz bajar de mi cuerpo

liberarla del designio

liberarme de la forma

ser el cuerpo/herida que se seca al sol

se une al equinoccio y el solsticio

transmuta en rotación y translación

continúa en la libertad de las aves

y termina/muerte, en un signo de interrogación.




Cicatrices



Cicatriz en el viento: El ruido (música y melodía)

La cicatriz

contiene, delimita.

Frontera y encuadre. Línea de trastornada forma, 

encarna en piel casi extinta, el punto intermedio. 

(Transmuta de A en B con tendencia al infinito) 

Transformación constante.

Cicatriz en la poesía: Metáfora

Cicatriz en el alfabeto: Lenguaje

Hablo de una respuesta sin pregunta. Los ojos 

dactilares, de porosas huellas desgastadas, 

preguntan con entrecejo hundido, más allá del 

signo interrogatorio ¿Qué ha ocurrido que ha 

dejado tales marcas suturadas?

Es un bordado. Responde mi abuela. Hilos de 

experiencia / puntadas de Destino / de libre 

albedrío. Es un rezo que no enfrenta su camino, 

plegaria varada, tatuaje inerte de un proceso casi, 

casi concluido. Mi abuela suelta una sonrisa. La 

libera. Acaricia con sus manos viejas, las heridas 

abiertas, expuestas bajo la luna nueva. Anda mija, 

traite las hierbas y los copales, que la limpia de hoy, 

sutura las cicatrices que te sanarán mañana. La 

miro encorvada, lenta de paso, larga en años y 

remedios ancestrales. El ritual comienza.

Cicatriz en la iglesia: El martirio de las santas.

Hay sangre expuesta. Sangre de muchos colores. Se 

cuecen de cara frente al sol del desierto. El polvo 

entona un mantra. Le acompaño con la única 

cuerda que aún vive en mi garganta. Los nopales 

fijan con sus espinas, mis extremidades 

desmembradas. Las regresan a su sitio. Mis pies 

conocen el camino. Mis pies desnudos de piel y 

músculo conocen el camino. Voy recogiendo trozos 

de mis entrañas y pedazos de mi carne. Los echo 

en el chiquigüite que me ha dejado la bisabuela. la 

serpiente eco me rodea. repite a cada extremo. 

amo shi’ktziki. la ignoro como el mar al viento. 

recupero mis fuerzas. en lo lejos, reconozco el jacal 

de mi abuela. entro por donde alguna vez la puerta 

habito los umbrales. Pásale mija, na’mas acabo de 

echar tortillas y empezamos el bordado.

Cicatriz de la cura: Medicamento

Mi abuela me entrega una madeja hecha con las 

canas de todos sus tiempos. Ella también se queda 

con una. Mientras me enseña puntadas 

desconocidas, mistifica cada pieza que he recogido. 

Ella lo llama la cosecha del desierto. Las vamos 

cosiendo, bordando, hilando sobre lo que alguna 

vez fue mi cuerpo. Ella se ríe mientras me 

atraviesa con esos hiloscabello. Mírate mija, no 

tiene que quedar perfecto. Completo mis dedos, la 

carne de mi cuello y de mis muslos. Zurzo mis 

venas, mis nervios, mis viseras. Ella me entrega un 

alma reparada, la bebo del cuenco que forma con 

sus manos.

Despierto

ritual concluido

en la pared una frase

“No rasques las costras”


La abuela se ha marchitado. copal evaporado. 

repaso las marcasnuevas sobre el ecosistema de mi 

cuerpo. nuevos habitantes en un mundo 

desagonizado casi extinto. Abrazo la trenza que 

dejó colgada al borde de los petates. Me baño en el 

agua de los quelites. Arde. Arden las cicatrices 

como fuego remodelado. Pronuncio su nombre. 

Nuestro verso.


Cicatriz de la muerte: la efímera vida extinta en 

dos parpadeos.

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Leodan Morales (Coacoaco, Ilamatlán, Veracruz 1990) Experimentador chamánico de las letras, ha publicado su obra en diversas universidades y proyectos editoriales de México, EE. UU. y América Latina.


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