Tres poemas de | David Gutiérrez Pichardo
Inextinguible la noche
Inextinguible
la noche
en que
intentamos pelear nuestro destino
habrías podido hacer brotar ciclamores de los pliegues de mis manos
y enraizar mis
dedos en el calor de tu garganta
si hubieses
querido
pero no fuimos
en tanto quisimos ser nosotrxs
sucede que el
tiempo / los golpes
la soledad /
el abandono
era tan frágil
la dicha que nos sostenía
era tan frágil
la noche que nos sostenía
y sin embargo
para mí no ha
amanecido
El chimeco va hecho la chingada y no me deja escribirte un poema
A veces
quisiera mostrarte a todo el mundo
llevarte de la
mano como un papalote
roto bajo la
lluvia
corriendo
entre las arboledas
y los
camellones, esquivando niños,
cacas de
perro, y esas torres eléctricas inmensas
a veces más
inmensas
que nosotros
pero nunca
menos que la enfermedad
acuática de
nuestros corazones,
el clima
feroz, pero tú tan livianx
tanto
como el temple
del
microbusero de mi ruta que acelera
cada día más sin miedo a la muerte, al homicidio culposo
o quizás con
una vaga esperanza
de llegar a
alguna otra parte
a veces
quisiera guardarte a todo el mundo
llevarte en el
bolsillo
como quien
trae algo importante
tocándolo a
cada rato
para saber si
sigue allí
pienso en ti cuando miro una serie de árboles idénticos
movidos por el
viento de diciembre, o una nube
rosa sobre los edificios en la quietud de los atardeceres;
esos Tsurus
rosas con el mismo claxon
cada cinco
minutos en la calle de mi casa;
a dos personas iguales que en realidad son dos personas
con distinto rostro, pero con un abrigo tan parecido;
al gato del
tejado que es igual a mi gato;
la taza que no
pude comprar y que pensé
jamás volvería
a ver, en otro local años después
pienso en ti cuando encuentro alguna de esas pequeñas cosas
que entre tanto movimiento convulso crean la ilusión de permanencia
quiero
mostrarte a todos
en todo lugar
y en todo
momento
como diciendo
miren
merezco ser
amado,
no es eso
increíble?
la ternura de
tus ojos
me provoca el
sentimiento más sincero
aquel que
fluye sólo
cuando tienes
que esconder tu billete de quinientos
a las nueve de
la noche
al ver subir a tres muchachos que no pagan su pasaje
esa lluvia ácida que arremete contra nuestros pensamientos
esas piedras negras que se atoran en nuestra garganta
las conozco
ese fuego tuyo
que encendiste sobre mi memoria
me hace pensar
a veces que
el amor debe
ser inexplicable
tan
inexplicable
como el
momento justo en que decido
tener cambio
en la cartera
por si voy a
alguna plaza
y se me
atraviesa una máquina de muñelocos
un pingüino,
un ajolote, un elefante
para dártelo y
decirte:
me he gastado
ochenta pesos
en este
muñeloco
en vez de
comprarlo
en el tianguis
de mi casa
porque el amor
es arriesgarlo todo
Wabi
sabi
Nadia Sol Caramella
Sé que
las
palabras
son otra forma del
vacío
que no es fácil
entender la ruta de
tus pasos
que el amor es breve
y tiene el peso de los días
que ningún poema va a
salvarnos
y es como si algo
hermoso
se perdiera
con el filo del
amanecer en duelo
tienes que saber que
nada dura
y nada está completo
que nadie está
obligado a amarse
ni a permanecer
en
el engaño de la resiliencia
sé que odias
ser las consecuencias
de lo que otros
hicieron contigo
pero no hay
mentira
en el acto de sentirse vulnerable
llora por el
cachorro
que saltó del quinto
piso
indígnate por el dolor
que hizo a ese hombre
confundir el freno
en
el semáforo
rompe un espejo
por cada cosa
irreparable
y limpia tus llagas
mira sin miedo
el manso abismo de la
noche/rida
siente su furia
crepitar entre tus
manos
haz de tu voz un río
y de tu corazón un
mar inmenso
muéstrale al mundo la
importancia
de ese llanto, del
encuentro de lo que
deseamos
y
lo que tenemos
pero recuerda siempre
esto:
es otra forma de la
fe
amar -ante el espejo-
nuestras cicatrices
no se escucha el
vuelo de las aves
o el sigilo de las
flores
y aun así reconocemos
en su ausencia
la
ternura
mírame
las palabras no van a
salvarme
pero no he dejado de
escribirte estos poemas
del bosque tibio no aceleres
el incendio
no seas la
espesura
que recorre sus
arterias
esa nostalgia feroz
se
te parece tan poco
aunque tus manos
siempre lleven una parte
de
su levedad iluminada
sé gentil con el
mundo, amor,
en lo profundo de sus
soledades
él comparte este
silencio.
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