Poemas en tinta azul | José Santiago Macías Cabrera
Hay cosas que no nos pertenecen
Hay cosas que no nos
pertenecen,
canciones mudas que
escuchamos
y amores ígneos espontáneos;
hay también horas que no
sabemos
de quién son o a quién
se le han perdido, y por eso
no sabemos qué hacer con el
tiempo nuestro.
Ahí están, existen, una
selva
inmensa de seres y objetos
que
no son nuestros aunque
podamos verlos.
Aquí están. Vienen. Los poseemos
un momento y luego se nos
pierden
como gritos en el mar, se
ahogan
con nosotros y los dejamos
ir,
sin saberlo, para siempre.
Sopa de legajos
“Podrán
quitarme uno
o
dos trabajos por escribir poemas
líricos
en horario laboral,
pero
el único jefe
es
el hambre.”
Javier Raya
Basta con dormir sobre el
escritorio
para amanecer adherido
a la máquina de escribir.
Un cafetín espolvoreado con
ceniza
y vapores de nicotina
gaseosa,
un cuervo blanquecino
encima;
una caterva de libros
sucios,
despertar, en fin, con la
mente enferma.
Por aficionado a la pobreza
el escritor se hizo poeta.
Revise esta nota, corrija
este guion,
escriba unos versitos,
váyase
de una vez por todas
a la grandísima… biblioteca
y póngase a leer matemática,
y de paso, deje de ser un
inútil.
Qué fácil es hacer [o
deshacer] poesía:
sobre todo cuando abundan
los domingos parroquianos
y los lunes sin corbata.
Usted sabrá dispensarme
joven,
pero bien sabe
que está terminantemente
prohibido
escribir poemas
en cátedra de física.
Alguien abrió la puerta
Alguien abrió la puerta
se introdujo sin ser visto
y reposó la cabeza
en la almohada contigua.
Alguien con la faz envuelta
en penumbras
echó candado
a las ventanas
y rasgó las cortinas,
alguien rompió los cerrojos
sofocó la luz adormecida de
las lámparas
y alargó
la campanada de medianoche.
Alguien, tal vez un
vientecillo maligno
que sopla del norte,
de sangre fría y astucia hirviente,
se coló por las rendijas
azotó las
puertas
y se llevó mi alma.
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