Lunas de fuego | Alejandro de la Soledad

 

Lunas de fuego

 

I

A la portadora del olivo y el laurel:

en el templo / magueyera otomí

que habita la diosa de la blanca embriaguez,

                 te propongo nuestra boda

en sólida tierra de montaña,

donde nacen las raíces

de ambos árboles genealógicos

El puente de vapor;

                    miel destilada

de tu flora fuego y mi fruto río

expande las ramas al cielo

                                         de la roble y el sauce

 

Cuando entrelazamos en equivalencia

                alma y cuerpo

se apertura la escucha a la unión

      de la ardiente humedad

En los órficos aromas

                                           el éxtasis inspira

La sutileza de los rayos

        de luz en la penumbra,

abrillanta la saliva y el sudor

                                      en nuestras pieles

 

 

 

II

Atraída al manjar, Afrodita Urania

es tríada con ambos en las sábanas,

nos designa eludir la lascivia pandémica

                          y restaurar la sagrada

                                                             orgía

dedicada a las interminables

                                          fases de la luna

 

Evitamos la idea solar, que es “vía seca”

la alternativa líquida perpetúa la vida

               ama lo que es cíclico,

     sin detener la danza que provoca

                libertad al frenesí

se apertura el Yin; correr, fluir y derramarse

a los rituales iniciáticos de la Mujer, Diosa y Gran Madre,

                   caos primigenio y último,

embriagadora trascendencia

a lo demónico, lo abismal y fascinante

 

 

III

En el solsticio de verano, mientras gozamos

            el aquelarre de San Juan,

te propongo matrimonio con el vapor

                  milagroso de las uvas,

lo dice Rojo Arthur:

 

 

“Dioniso, es el divino alquimista que,

al pie del cielo,

descubrió la piedra filosofal de la

                                             embriaguez”

Tú, que en la escena del teatro

dedicas tu vida a representar

el espejo transfigurado de la realidad

y a dar rienda suelta a tus deseos,

Yo, que he recibido el sangriento

                    beso de la rebelde vampira

y el espejo negro es mi arma y filosofía

                         

Gatos de sangre cálida

                 con ternura ronroneamos

         en nuestras dulces caricias

al beber del elixir carmesí,

                             dionisiaco

el miau-miau y el ron-ron

transmutan en rugidos descomunales

                     de tigres que se devoran

 

Nos ensortijamos con la serpiente cíclica,

en la infinidad de máscaras nocturnas

a las que nos entregamos los amantes,

               revelamos el fuego

                           transparente de los ojos,

las delicias físicas y espirituales del amor

 

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Alejandro de la Soledad, 1992, Ciudad de México. Miembro del consejo editorial de la Revista Verso Destierro, ha colaborado en revistas digitales como Gatomadre, Blanco Movil, Aleteo Poético, Cósmica Fanzine. Y con la editorial Letras Rebeldes. Participante en los eventos virtuales; 5° Festival Internacional de Poesía Xochimilco, Colectivo Intralírico y en la serie de Podcast Quién te volviera a soñar de Radio UNAM.

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