Solos para siempre, y dos poemas, de Juan Carlos Vásquez

 

 


DE FACTO

 

Desde muy temprano aprendemos que la vida tiene una inclinación al riesgo, 

y muy pronto el mito se rompe probando, 

poniendo a prueba nuestro imaginario en el terreno. 

 

Hoy estoy viviendo mi fantasía, 

ya sea —la de la euforia, la psicosis o el viaje— 

o en el idealizador lenguaje del sueño, 

recordando, extasiado ante un futuro que no se —, 

 

he partido el tiempo para compartirlo. 

Pero el llamado seguirá confinándose entre los muros adonde quiera que vaya. 

Interiorizo y acepto un desorden impuesto 

que es profundamente opresivo, y a la vez sublime y sutil: 

 

la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra; 

paseos y purgas.

 



REFLEJO

 

Desde una fina línea

que va formando ángulos,

desde la geografía de

cada seña como un

recuerdo.

Frente a mi hay alguien

que ha bebido mucho

y se acerca se aleja con

amargura y desdicha.

Desde todas las

texturas hasta el espejo

una silueta se arrastra

se levanta y gime con

elocuencia.

Alguien descalzo que

sopla sin ritmo en un

desierto infinito.

Un extraño

envolviéndome en su

manto a toda prisa,

de membrana a

membrana haciendo el

nudo.




Solos para siempre

 

Verla allí después de saberla tan vital me causó una grave afección. Mi amigo lo describió como un ataque de angustia. Que ella luego le insistía de una permanente sensación de amargura en la boca antes de empezar a asfixiarse y morir.

Estaba cubierta hasta el cuello con una sábana, su rostro palidecido. Habían pasado más de seis horas y mi amigo no había llamado a urgencias. Solo buscaba en un cajón una y otra vez mientras  me ofrecía café. Quedé enmudecido; luego reaccioné para hacer una llamada y acelerar el proceso.

Pronto vinieron los de servicios sanitarios, la sacaron y nos dieron una dirección. La edad, la naturaleza de sus males habían vencido a su madre.

Preferí dejarlo solo. En algún momento estallaría en llanto y seguramente no quería hacerlo en frente de mí. Recordé el pasado al ver las imágenes en la mesita, entonces era un niño y ella resplandecía con toda su belleza. Reflexioné sobre su rostro, sobre sus posturas egocéntricas. Supe entonces que algunos demostrarían una aflicción que no sentirían.

Muchos de los que estarán en su despedida, en silencio, se vengarán de su altivez con pasamientos soeces sin entender que ya ella descansa y a ellos les tocará volver a esa ardua espera de la que nadie escapa.

La situación me hizo revivir un sin fin de experiencias. Pensar cómo nos enfrentamos a tantos peligros sumergidos en la vulnerabilidad. Siempre exigiendo una prolongación que no existe, con un dualismo de egos y banalidades.

Al expirar todo es llanto y recordatorio. A las semanas olvido. A partir de ese momento no sufría por la pérdida, sufría porque se va quedando solo. Una y otra vez se lo escuché decir. Primero cuando murió su hermana, luego cuando murió su padre.

“No me llamará el día de mi cumpleaños”. “No me dará el consejo necesario”. “Por estas fechas me regalaba…”.

Ahora por supuesto dirá que su madre era la única que le soportaba porque a Sergie nadie lo soportaba. Aprenderá o enloquecerá en el piso, quedan las anécdotas, las fotos. Con la muerte de su madre la historia ha finalizado. Era la última que se esmeraba en propagarla.

Cerrar la historia de su familia le supondrá sumergirse en la nada. Lamentará como siempre lo decía no haber hecho más. Seguramente creería que era alguien de quien desprenderse para crecer cuando en realidad era una especie de brújula que no lo dejaba extraviarse más. Ahora muchas cosas se eternizan. Ahora cada pensamiento se pondrá a prueba.

En el funeral había poca gente, se oían algunos comentarios que eran pequeñas referencias, toda una vida resumida a este grupo falto de realismo y lleno de mezquindad. Qué iba a pensar su madre que un extraño estaría allí participando en una conversación con monosílabos tranquilizadores, agilizando el proceso para su marcha definitiva, interpretando todo ruido y vibración en un silencio abrupto que llegaba de repente.

Él me agradeció al final estar allí. Caminamos detrás de la furgoneta funeraria. Algunos familiares parecían apresurados. Hacían comentarios relacionados con el clima de la ciudad. Decían que volverían algún día a pasar sus vacaciones para disfrutar de las excelencias del bufet libre del hotel.

Tantas historias, tantos cadáveres reunidos en un mismo espacio.

Vi algunos nombres, algunas fechas, unos más jóvenes que otros. Me hubiese gustado conocer a toda esa gente. Pensaba en cuántas cosas hubiesen corregido de estar conscientes de lo que no estuvieron. Vi flores, plegarias, objetos sobre las lapidas que tendrían algún significado especial .

Haciendo un reexamen de mí mismo, a sabiendas de que repetiría aquel viaje que ahora seguía, me pregunté cuándo y por qué.

De repente la furgoneta funeraria se detuvo. Con un susurro de respeto, los portadores deslizaron el ataúd en el estrecho hueco del nicho, suavemente, como si acunaran un tesoro frágil. Al cerrarse la tapa, el eco del último adiós resonó en la quietud del lugar, mientras el ataúd encontraba su reposo final entre las sombras de la pared.




Juan Carlos Vásquez nació en 1972 en Valencia, Venezuela. Ha participado en varios volúmenes colectivos y antologías, como Paseo en Versos (Pasos en la Azotea, Df México 2006); Hemiparesias (Visceralia Ediciones, Santiago de Chile 2006); Poesías y aparte el Libro y su Autor, Creaciones Literarias, selección de Betty Goldman y Enrique Epelbon, Estados Unidos 2007, y en el proyecto artístico Mirages from an Unreal World de Laura Orvieto, Author house (New Jersey, 2010). Fue seleccionado para formar parte de la Antología The World’s Greatest Letters 2021, una antología bilingüe en inglés y español. También ha sido miembro del grupo cultural Spanic Attack (Nueva York, 2004) y The Hall (Miami, 2001).

 Es autor de varios libros de relatos, entre ellos Pedazos de familia (Ediciones Estival, 2000); Vulnerables (Amazon Media EU S.à r.l… Ed. Filatel 2019): Colapso. Poesía reunida (1999-2022). Inédito mantiene "Ward's Island: El costado oscuro de Nueva York", una historia autobiográfica (2001-2006). Sus poemas y relatos han aparecido en diversas publicaciones literarias, tanto digitales como impresas, europeas e hispanoamericanas, como Barcelona Review, Babab, Canibaal, y en los diarios La Razón y el Impulso.

Juan Carlos ha recibido distinciones en los Concursos de poesía pro lingüístico y multimedia Premio Nosside (Calabria, Italia), en las ediciones de 2005 y 2006. También fue finalista del concurso de microrrelato "Guka" en Buenos Aires en 2018. Dirige y edita HD. Kaos.

Vásquez se trasladó a Florida en 1999. Desde entonces ha vivido en Tampa Bay, San Francisco, Nueva York, Barcelona, y otras ciudades de Estados Unidos y España.

Email: jcvasquezf@gmail.com

Perfil: https://linktr.ee/juancarlosvasquez

 

 

 

 

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