Entrevista Parte II | Jajo Crespo | Brujerías

 

Segunda parte de la entrevista a JAJO CRESPO por su poemario "Brujerías" (2023)


"Hay varias lloronas. Pero, la de este poemario, la de Brujerías, es un poco todas y ninguna: es la reunión de los ecos de todas aquellas que siguen buscando. Me parece, más bien, una figura semiótica que representa la búsqueda constante y, lastimosamente, perenne: una búsqueda que se extiende desde la prehispanidad hasta ayer."

Jajo Crespo










 






A continuación, podrán disfrutar de la lectura de esta segunda parte de la entrevista transcrita que tomó lugar en la presentación del libro ganador del I Premio Periódico Poético 2023 para escritores mexicanos: la obra titulada BRUJERÍAS de Jajo Crespo. La presentación del libro transcurrió en streaming a través FB LIVE PERIÓDICO POÉTICO el pasado 5 de noviembre y contó con la presencia de Lorena Acosta, como representante del comité editorial de Periódico Poético, de Alejandra Ramírez, doctora en filosofía y autora del epílogo de la obra galardonada y, por último, desde luego, pudimos contar con la presencia del autor ganador de este I Premio Periódico Poético 2023: Jajo Crespo.

Al final de esta entrevista, compartimos una bella descripción poética por parte de la ilustradora de la portada del poemario Brujerías, Mayte R. Chazaro, quien también tuvo participación en la presentación de Brujerías, relatano su proceso creativo conectando la palabra del autor y la imagen poética, esta vez vuelta plástica.

Retomando brevemente lo compartido durante la primera entrega de esta entrevista, BRUJERÍAS se seleccionó entre numerosas obras que se presentaron al I Premio de Periódico Poético, el cual se convocó el pasado marzo de 2023 para dar visibilidad a la múltiple y variada producción literaria actual en México. El jurado estuvo compuesto por expertos en poesía y literatura como son Sergio H. García, Luis Fernando Rangel y Ximena Cobos Cruz.

 

Si se perdieron la primera parte de esta entrevista, aquí se encuentra: 

 Entrevista primera parte 

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ALEJANDRA RAMÍREZ: Me gusta muchísimo esta parte del poema que ahora procederé a leer porque francamente podría haberlo escrito un historiador. No sé si tú eres un fanático de la historia pero es una forma preciosa de escribir la historia social, de darle rostro y voz a los actores olvidados por la Historia con mayúsculas. Se trata de algo que no dicen los historiadores porque al fin y al cabo es un discurso limitado el discurso histórico, muy de los héroes de la historia monumental. Sólo la poesía puede ver con los ojos de la sensibilidad humana y puede darle voz a los silencios de la historia.  Escribes en la página 13 y 14

 

“pero los perros aullaron,

como a las 7 trompetas,

anunciaban la muerte del viejo mundo

-bajaban de las azoteas y las pulcatas para aullar-

 la entrada del nuevo mundo,

el juicio de los corrompidos

la entrada de los pobres.

¿A dónde entramos los pobres? ¡Viva la revolución!

y  aullaron los perros,

desde todas las esquinas aullaban, aullaban:

la llegada de la bola,

 el regreso de Benito Juárez

la entrada del Ejército Trigarante,

el compás de las botas de Bolívar,

el humo de tabaco del Che…” ¿sabían los perros que eran mexicanos?

 

Me encantan todos estos detalles de la revolución a pie, el ojo tan sensible de un poeta historiador que dé verdad es fascinante. Cuéntanos si para escribir esta parte yo creo que tendrías que haber andado ciertos lugares históricos si no a pie, al menos los visitaste teóricamente. ¿Qué lugares te evocaron estos pensamientos? Para ponernos más nostálgicos de la geografía y la historia.

JAJO CRESPO: Sí soy un fanático de la Historia. Aunque uno nunca sabe tanto como le gustaría saber, me gusta mucho y trato de leer tanto como puedo del tema. Lo que me gusta es justamente lo que comentas: la historia de a pie, no los grandes héroes; no Benito Juárez recorriendo todo el país, escapando del imperialismo, si no, preguntarme quiénes iban siguiendo a Benito Juárez, quiénes iban atrás de él, quiénes le llevaban sus maletas. En este caso visité una pregunta, una idea que no recuerdo bien dónde leí: ¿qué pasa el día después de la revolución? Triunfa la revolución y, al otro día, ¿todo cambia?; triunfa la Independencia y, al otro día, ¿todos sabemos que somos mexicanos?, ¿cambia de un momento a otro todo el sistema de sentidos?

           Esa es la última pregunta: una vez que triunfa la Independencia, ¿saben los perros que ya no son perros de Nueva España y ahora son perros de México? Creo que es algo que pasa y es este punto de reunión de diferentes individualidades el que traté de visitar: los perros están ahí, las pulcatas están ahí y llega Benito Juárez, el Ejército Trigarante,  triunfa Simón Bolívar, triunfa la revolución del Che Guevara, pero al otro día parece que todo va a seguir igual. A final de cuentas, son períodos largos de cambio cuando hay cambio; porque, hay lugares como México donde la Revolución termina institucionalizándose. Como se menciona en el poema, los perros se vuelven mexicanos solo de nombre, pues, los sistemas de poder seguirán siendo los mismos que en el virreinato, al menos hasta que se concrete el proceso de cambio.

AR: Pasas de la musicalidad al silencio. Comienzas ya la frase, en la página 25

 

“para la magia el silencio también es lenguaje:

el tiempo se calla para el drama

de un conjuro o de un nahual:

ya no se escuchan tiros

comenta una familia por telepatía: silencio,

el toque ceremonial de la Fuerza Armada se presenta:

revisa,

<< aquí no se esconde nadie y nada pasó afuera>>

 

De alguna manera estás diciendo que, incluso si no hubiera grito, si no hubiera escándalo, si no hubiera quetzal, si no hubieran 400 voces, el silencio también revela verdades y, aquí ya se estás desvelando muchas verdades a partir del silencio, de todas todos estos elementos sin sonido, inermes,en ese silencio casi lúgubre y tenebroso dice cosas y, por más que queramos hacernos los sordos, el silencio habla en las cosas. Aquí podemos ver nuevamente una denuncia muy poética y súper original  y al mismo tiempo dolorosa: por más que te hagas el sordo, porque no quieras escuchar, estas noticias, estas situaciones estas verdades, están ahí:en Tlatelolco, en Tlatlaya, en Iguala, etc. en los espacios que hablan con su silencioso nombre. Aquí me gustaría que nos hables del silencio o los silencios en tu poemario.

JC: Es una cosa bien complicada, podríamos meternos a la Semiótica, a la Teoría, pero no es momento. Estoy muy seguro de que el silencio también significa, a nivel muy tangible, en la realidad: cuando te pronuncias sobre un tema y cuando no te pronuncias hay algo de significativo detrás de ello.

No recuerdo la referencia clara, pero sé que un periódico por ahí del 68 se pronuncio con respecto de la masacre poniendo un cuadro negro en primera plana: es un silencio que también habla al mismo tiempo de imposibilidad y atrocidad, ¿cómo cuentas algo así?, ¿cómo lo verbalizas? ¿lo vuelves noticioso, amarillista o simplemente es un luto indescriptible e indescifrable, un trauma profundo que no nos podemos explicar? Ese ejemplo es un pronunciamiento ante lo innombrable. Lo que no se dice también cuenta. Es la idea de significar a partir de lo no-dicho, que también se puede leer desde otro ángulo: no solo de lo que se calla, también de los que son callados: todes aquelles que fueron callades por fuerza.

AR: Bueno lo comenté en el epílogo y lo vuelvo a reiterar, se hace presente en múltiples ocasiones la figura de la llorona. La llorona, como como todos sabemos tiene muchas formas, ya sea como el mito de la señora que perdió a sus hijos porque perdió la cabeza los mató, hay otra versión que considera que la llorona  es la propia Malinche que, perdió a sus hijos, en la forma de los pueblos prehispánicos, también quien considera que la llorona es la primera madre o la madre patria que ha perdido a sus hijos en esta historia de luchas. Tú la relacionas en tu poemario con el tema de las desapariciones de las múltiples masacres del Estado, Cuentanos más de eso,¿ cómo es tu llorona?

JC: Como bien lo mencionas, hay varias lloronas: está la Llorona prehispánica, la colonial, la de la Historia —esta interpretación de la Malinche—, la oaxaqueña —esta mujer que se queda esperando al amante quien se va a la Revolución y nunca vuelve—. Pero, la de este poemario, la de Brujerías, es un poco todas y ninguna: es la reunión de los ecos de todas aquellas que siguen buscando como se menciona en algún verso. Me parece, más bien, una figura semiótica que representa la búsqueda constante y, lastimosamente, perenne: una búsqueda que se extiende desde la prehispanidad hasta ayer. Es una forma de referir que desde un principio, y hasta hoy, hay personas que buscan a alguien y van llorando una pérdida.

AR: El horror. Una de las partes que a mí me costó leer ha sido la referente a las masacres tan gráficamente descritas, de aquí la preguntaría ¿cómo se hace poesía del terror? porque a mí se me cierra la garganta cuando paso por estos versos. Pueden tener un impacto emocional muy grande para quienes viven en carne propia las desapariciones. -Yo no sé si podría escribir lo innombrable  y sin embargo tú lo haces y de forma magistral. te cito el pasaje en la página 30

 

 “y se reúne en basureros

 una pirámide de cuerpos

para invocar al sol

 sobre la tierra de chilate, canta:

torre de una piel, hueso de caucho,

madera seca, gasolina de Pemex,

orden del Santo oficio,

cadena de soldados,

oscuridad en  la patria

oscuro orden del oficio

y llovía

para purificar el cuerpo soterrado

para alimentar la tierra

 para agradecer el sacrificio

 para asegurar el nuevo día

 

“Gasolina de Pemex” esta composición es muy potente: todo lo que entraña el propio recurso de tu propia patria. ¡El gran Pemex! Pemex para los mexicanos y, al final de esta relación perversa queda Pemex para quemar mexicanos, para incendiarnos, para contaminarnos. Ese es Pemex para los mexicanos, en verdad y, es muy duro decirlo.

Es muy dolorosa esta lectura, pero imagino que el proceso de escritura también lo es ¿cómo se hace poesía del horror? porque está magistralmente dicho pero me parece muy duro, no son sólo palabras y menos mal que la poesía goza de esta nobleza de embellecer lo imposible, de comunicar lo indecible.

JC: Una de las partes que más aprecié del epílogo, justamente, planteaba esa pregunta de si es posible hacer una poética del horror; pero, como lo comenté en un principio, muchas de las cosas que suceden en Brujerías pasan de manera tangencial. Puedo ver, como tú lo hiciste, que hay una especie de poética del horror, de lo terrible. Sin embargo, no fue ideado de esta forma en un principio. Fue un poema que nació del enojo, la impotencia, el hartazgo, de la rabia. Nace mucho de la rabia por la injusticia de estos niveles de significado que mencionas: el gran Pemex, que durante el Milagro Mexicano fue la apoteosis de nuestra economía, sirve para quemar los cuerpos del pueblo asesinado. Hay mucho de terrible, de coraje, que luego —una vez en la página— se convierte en la poética del horror, aunque no necesariamente haya tenido esa intención. Fue una escritura desde el hartazgo que se convirtió en el terror porque el tema es aterrador.

AR:En México tenemos una relación muy ceremonial con los difuntos, los recibimos, los honramos, los recordamos, es como si no los dieramos del todo por muertos. Entonces en honor a estos muertos, me gusta pensar este poemario como un canto, un homenaje para que todos nuestros muertos vengan y nos visiten y para que, si pueden, nos traigan justicia. A veces parece que la justicia tiene que venir del plano no terrenal. En este sentido, me gustaría preguntarte:¿Pensaste en el poemario como un acto de memoria histórica? ¿Qué sería para tí el elemento sanador de la poesía en estos procesos de duelo?

JC: No lo pensé específicamente como un acto de memoria histórica, si bien al final se volvió eso, en un principio fue un grito. Fue la reunión de muchos gritos que mucho tiempo tuve reservados, de historias que me estaban rondando la cabeza, testimonios que se me quedaron grabadas desde muy pequeño; hay una pequeña historia dentro del poemario que habla de «tres viejas de tule y tiempo» que se robaron a seis agentes federales, ese es un caso que sucedió en el sexenio de Vicente Fox del 2000 al 2006.  A mí me lo contaron cuando yo tenía siete-ocho años y se me quedó grabado que esas mujeres pasaron años en la cárcel por haber secuestrado a seis agentes federales (hombres altísimos, fortísimos y entrenados) y uno se pregunta cómo. Luego resulta que les dan la libertad porque obviamente no fueron ellas, les dan la libertad y una disculpa, y todo fue provocado porque no tuvieron traductores durante el proceso judicial.

Como esta historia hay muchas otras que me quedaron grabadas. En el sexenio de Felipe Calderon —que es el sexenio de la muerte, el sexenio de sangre— yo era muy joven, iba en la secundaria, tenía doce o trece años y ese sexenio me robó el final de la infancia y el principio de mi pubertad. Uno ya no podía salir a la calle y escuchaba cosas horribles y se veían cosas horribles en la televisión, la radio, los periódicos y quince años después eso explota en un poema de ochenta cuartillas. Se convierte en un ejercicio de memoria histórica, pero, en realidad es la verbalización de algo que parece que todo el tiempo te está desbordando: una forma de tratar de explicarme cómo llegamos hasta esto.

AR: En el poema dos, ese “vine porque me dijeron que aquí encontraría a mi padre...pues formate”, cuéntanos los múltiples sentidos de esta frase, el Juan Preciado que acompaña a quienes buscan a alguien entre otros muertos, ese Pedro Páramo de muchos rostros, o bien perdido, o bien ausente.

JC: El «interludio» es la sección más dialógica del poema. Como dije al inicio, una de las formas en las que me identifico es como dramaturgo y teatrero frustrado y es algo que se nota en ese interludio. Traté de entablar un diálogo con todo: la tradición literaria, la violencia, la poesía mística, el Mictlan, la desesperación.

           En el caso de este Juan Preciado que se presenta ya no como un personaje principal, si no como un cualquiera que está buscando en este lugar que es la reunión del tiempo y, al mismo tiempo, la región del misterio, la idea era mostrar que la búsqueda de Juan Preciado no tiene nada de especial en un país donde todes buscan. En el Epílogo mencionas que, a la vez, también es un comentario sobre las paternidades ausentes y creo que, en efecto, se trata también de eso de manera tangencial. Tu lectura ha enriquecido el texto más de lo que yo hubiera podido imaginar y me encanta, me quedo con muchas de tus ideas. Soy muy partidario de que el texto deja de tener autor cuando se encuentra con el lector.

AR: Haces un genial uso de los números para hacer poesía con las dolorosas imprecisiones que tuvieron lugar durante las investigaciones del caso Ayotzinapa.

 

¿están aquí los 43? ¿los 41?

¿los del 86? ¿ los del 2006? ¿ los del 72?

¿los de 1982?

¿las del 2010?

¿las del 93?

No, esas son las del 2003,

Esas son las del 2006

¿del 2016? también del 19

y del sexenio de la muerte

 

Aquí tenemos otro homenaje por no olvidar, por hacer memoria, para que quede registro de lo que se nos quiere borrar. Cuéntales a nuestros lectores no mexicanos y los mexicanos no enterados a qué hacen alusión estos números y porqué no son sólo números? Hagamos un poco de memoria para todos.

JC: Son varias referencias que se sueltan de sopetón. Los 43 son los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa; los 41 hace referencia al baile de los 41. Y las fechas, daré algunas para contextualizar un poco:

 En el 2010 fue la masacre de inmigrantes en San Fernando.

En el 2009 una represión en Minatitlán, Veracruz.

1982, la matanza de Pantepec.

En 2006, la matanza en Atenco, en el Estado de México con el expresidente Peña 

Nieto como gobernador de ese estado.

En 2016, una represión en Nochixtlán, Oaxaca.

En 2010 vuelven a ser noticia las muertas de Juárez que son noticia por primera 

vez en 1993.

En 1972 se da el Halconazo, una represión contra estudiantes.

Hay un par de fechas más, pero, lo que me parece importante aquí es mencionar que si uno busca «masacres en México», hay una página específica en Wikipedia que sirve como índice para encontrar más fácilmente la masacre que uno busca de entre el cúmulo de ellas. Y, dicho sea, el índice de Wikipedia no está completo: falta, por ejemplo, la masacre de Tomochic que se menciona en la cuarta sección. En 1892 un grupo de soldados sitia el municipio de Tomochic como respuesta a una rebelión, la gente se esconde en la iglesia y los militares deciden quemar la iglesia.

           Creo que ya dice mucho que Wikipedia necesite una sección de matanzas/masacres en México y como lo hay de México, también hay de Colombia, Argentina, Chile, Brasil. Lastimosamente, el lector de Brujerías podría tomar cualquiera de esas fechas y buscar «Matanza México 1972» y tendría más de un resultado. Terriblemente, puedo decir sin temor a equivocarme que incluso pude haber escrito fechas al azar y estar seguro de que encontraría una noticia así.

AR: En el poema IV hay una cierta musicalidad, a diferencia del I, cuya musicalidad es hasta cierto punto agradable y armoniosa; de la vida, de elementos sublimes etc. En el poema cuatro en cambio,  tengo la sensación de que se trata de una sonoridad particular. Está claro que es un poema para leer en voz alta pero su sonoridad es más la del terror, una sonoridad del dolor, una sonoridad del desgarramiento. ¿Cómo comprendes tú esta sonoridad en el poema IV? 

JC: La verdad es que me gusta más la lectura que le diste al ritmo en el epílogo que escribiste. Tú haces referencia con respecto de la repetición de «Tomochic», que te recuerda al sonido de un arma al ser cargada y, considero, que esa imagen de lectura es mucho más potente que todo lo que yo pude aspirar, ver o imaginar. La verdad es que quise que esa cuarta sección llevara la cadencia de una canción ritual, que se pudiera cantar con un ritmo de percusiones para significar desde la sonoridad independientemente de la semántica o la pragmática, pero, que a su vez al leer para adentro se abriera otro tipo de experiencia significativa por lo que dice el texto. Como mucho en Brujerías este texto lo imaginé leído en varias voces, «Para leer en voz alta» lo pensé como un canto a dos voces que inicia como todos los demás y poco a poco entra en ese ritmo de tambores y al final rompe la sonoridad y vuelve al comienzo. Un poco como entrar y salir de un trance. Sin embargo, como lo dije en un principio, me quedo con tu lectura porque me gustó más.

AR: Por último, tenemos termodinámica es un título tremendamente irónico desde la pregunta con la que da inicio: ¿qué pasa con los cuerpos de quienes en fuego existen?  Me gusta en este poema el uso antiguo de la de la forma del hacer. Aquí, la parte que me parece más genial, emotiva, además de entrañable, porque toca al niño que somos, porque todos los mexicanos hemos cantado esta canción: cuidaremos este bosque mientras Homero no está, porque si Homero aparece a todos nos cuidará cantor estás ahí? aquí quiero que nos expliques ¿por qué Homero? ¿por qué metemos a Homero en este bosque? y, ¿por qué nos cuidará? todo esto también para decirles, la versión pues original suena jugaremos en el bosque mientras que el lobo no está aquí etc.

JC: El final era algo que yo necesitaba. Cabe mencionar aquí que entre la cuarta sección y la quinta, que es «termodinámica», hay seis meses de diferencia en la labor creativa. Tuve que darme un respiro para repensar las cosas porque me fue muy desgastante, hubo mucho coraje y no quise cerrar con tanta rabia por motivos meramente egoístas: quise darme algún tipo de esperanza, aunque, evidentemente el final también es bastante ácido. Por eso, y porque ha sido una de las cosas más feas que se me ha quedado en la memoria, retome la figura de Homero Gómez González, un ingeniero agrónomo activista defensor de la mariposa monarca. Él desapareció por culpa del crimen organizado, y desapareció por defender lo que amaba.

           Lo que sucede en el final, porque como dije, yo lo necesitaba, es una especie de canto de esperanza: esta sí es propiamente una transmutación, un cambio de forma, una brujería del convertirse y trascender, un nahualismo. Aquí me imaginé que en algún lugar de las posibilidades Homero Gómez González nunca murió por la violencia y por defender sus convicciones, si no que en alguna realidad aparte se hizo uno con todo ese amor que tuvo mientras estuvo entre nosotros, que de repente abrió las alas y el mismo fue un tornado flamígero de aplausos cobrizos.

 

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A modo de conclusión de algo paradójicamente siempre inconcluso como lo es el diálogo, la poesía o cualquier acto que, como rebelde, se quiera como presente contínuo, queremos regalar a los lectores que han llegado a este punto de la entrevista, una breve descripción de la imagen que podéis ver que acompaña la obra poética de Brujerías a modo de portada, realizada por la ilustradora Mayte R. Chazaro, en sus propias palabras y cuál fue la relación entre los versos y la imagen como potencia creadora.

MAYTE R. CHAZARO: Antes de comenzar a relatar con palabras el proceso creativo de la portada de Brujerías, aviso que las palabras no son mi lenguaje nativo, siendo los elementos plásticos aquellos en los que mi cabeza acomoda las ideas sin mediar, muchas veces, la palabra entre imagen e idea. Sin embargo, procederé a intentar dar pinceladas de motores y arranques que me lanzaron sin dudar a ilustrar la portada de este bello poemario Brujerías. En primer lugar, aprovecho la ocasión para agradecer al comité editorial de Periódico Poético por darme esta oportunidad. También agradezco al autor Jajo Crespo por hacerme revivir mi mexicanidad en todos sus sentidos, algunos agradables, otros menos, pero todo ellos conforman el abanico de nuestra identidad y también de la mía, como es el caso, a pesar de emigrar hace ya algunos años y por momentos, aletargar los sonidos, colores y experiencias mexicanas que, sin embargo, todavía son tan mías.

Sobre la iconografía de esta portada y lo que me llevó a realizarla de este modo podría enfocarse, principalmente, en el elemento central de esta portada, el cual lo constituye una mujer joven, en el tránsito hacia la edad adulta, ese tránsito en el que uno comienza a conocerse a sí mismo, sus gustos, aficiones, sus límites y reconocerse también en la pregunta constitutiva sobre quién es uno mismo. Esa misma belleza de la permanente transición es aquella que representa México como país en los ojos dolorosos y fuertes de una niña que comienza a ser mujer o de una mujer que todavía no ha dejado del todo de ser niña. A su vez, su rostro está dividido: su lado izquierdo representa a la Diosa de la muerte Mictecacihuatl, popularmente conocida como “La catrina”, aquella deidad que ayuda a los muertos a pasar por el Mictlan, al que se podría igualar a algo parecido al inframundo. Es importante recalcar en este punto que una de mis inspiraciones fue una artista que hace body paint de catrinas. La pueden encontrar en Instagram como @Danisaurio, es maravillosa y les invito a echar un vistazo a su trabajo.

Por otro lado, en la cultura mexicana, el 1 de noviembre se practica una danza mexica en la que los bailarines llevan pintada la mitad de su cuerpo a modo de esqueleto, restando la otra parte de su cuerpo con forma humana, simbolizando así mediante la danza una guía para ayudar a pasar a sus muertos al Mictlán. Este es uno de los elementos que pretendí fusionar en el personaje principal de esta portada, dividido su rostro entre el dolor contenido de una mirada oprimida que sufre y por otro lado, la dureza de la muerte que mira con decisión la afrenta de un futuro pintado de destino. Sin embargo, esta mujer representa en esa mixtura del tránsito y la ruptura de su espíritu, al mismo tiempo, el conjuro de una libertad futura más allá del territorio de la muerte. Así se puede observar en su camiseta como estandarte, la cual lleva un tul blanco con un paloma bordada, esta vez no blanca sino de muchos colores que representen la diversidad real y, por otro lado, sus ansias de pervivir a pesar de las adversidades que se presenten.

El rostro de esta mujer está presidido a su vez por una lágrima que contiene su parte humana, pero que definitivamente se va a precipitar por su rostro, dividiéndolo de nuevo: en esta lágrima se encuentra representada la llorona, conocida en México como espíritu que no ceja de buscar a sus seres queridos más allá de la línea del tiempo, siempre deambulando, y en su intento infinito, este espíritu es recordado más que con temeridad, con la angustia y desconsuelo de todas las madres que pierden hasta su pérdida misma, deambulando sin motivo al igual que la llorona.

Más allá de este elemento central de la mirada partida de esta mujer en tránsito que preside la imagen, podemos encontrar en la parte derecha de la ilustración unas velas y flores moradas que son utilizadas en las ofrendas mexicanas para iluminar  el camino de regreso a sus casas a sus seres queridos en el día de muertos.  También se encuentra diseminado por la imagen varias flores amarillas o anaranjadas, conocidas como Cempasúchil, la cual pretende retrotraer la mirada también a ese olor característico de México en este día tan especial. Siguiendo con la lógica de la presencia de la muerte y la ausencia que nos deja, en ese mismo lado de la ilustración pueden encontrar una misma calavera con muchos nombres grabados de todos aquelles jóvenes que han perdido la vida o han desaparecido negándoles no sólo el derecho a vivir, sino también a una muerte digna. Al mismo tiempo, esta calavera pretende retrotraernos al recuerdo de esa ofrenda de calaveritas de azúcar en el día de muertos que lleva el nombre del ser querido a honrar, y cuyo néctar es absorbido por el espíritu hasta dejar seca la calavera de azúcar, amarga ya el día siguiente. Los casquillos de balas, unas gastadas y otras no, recuerdan las matanzas pasadas y todas aquellas que aún no han ocurrido, y en las que como pueblo tenemos también la fuerza de impedir. Arriba del todo, para encuadrar totalmente este altar a la mujer tránsito, partida de dolor y fuerza, dividida entre el pasado y el futuro, mujer que es México y todas las mujeres de México con ella, aparece una catrina reforestada por papel picado, elemento tan típico en las ofrendas del día de muertos.

En ese mismo lado, hay que recalcar que preside dicho costado del marco el escudo de Nezahualcóyotl, dejando así la marca presente que transcurre a lo largo de todo el poemario de Jajo Crespo, con versos en náhuatl de este gran poeta, que resurge por tiempos en la poética de Brujerías, como desaparecen y reaparecen los ríos a través de las montañas.

En el lado izquierdo de este altar hacia el pasado de México que es, al mismo tiempo, un ventanal hacia su futuro proyectado por su misma fuerza acumulada, se puede encontrar una bota militar gastada, llena de sangre, todavía pisando fuerte, incidiendo en la opresión que todavía hoy reina en México, la sangre derramada por los guachos, las matanzas y sus números, sus fechas, sus revoluciones, sus pérdidas, todas ellas marcadas a fuego en la madera de ese lado del altar, rallajos marcados para siempre en nuestra memoria. 

Arriba de esta bota, cuelga orgullosa, sin embargo, la bandera del movimiento LGTBIQ+ y feminista, ondeando sobre esa diversidad existente en México, tantas veces callada y cómo nuestro futuro está determinado por su voz en lenguaje inclusivo, tan presente en el poemario del autor.

Por último, toda esta escena está bañada por una iluminación inspirada en las obras de Rembrandt, donde el dramatismo está recogido en esa trasluz amarilla y escueta que baña los objetos, las miradas, dándoles un nuevo color a lo que siempre estuvo allí, tal y como la obra de Jajo Crespo, Brujerías, revive con sus versos. Espero que ustedes puedan ver más hondamente, mucho más de lo que yo haya podido señalar aquí, en la imagen que ilustré con tanto cariño, un reflejo de todo lo que hemos sido y seremos como pueblo, cada uno recogido y abrazado a su memoria.


Sobre Periódico Poético y quienes participan en esta entrevista:


Mayte R. Chazaro es nacida en Mexico DF en 1996, donde fue criada en una casa regentada y habitada únicamente por mujeres. Es diplomada en Diseño de Interiores en la Universidad Motolinia. Más tarde, su formación viró hacia la ilustración, obteniendo diplomados también en cinema 4D, Illustrator y Photoshop. Sin embargo, la aplicación en la que más desempeño tiene actualmente para ilustrar es Procreate y cuando le es posible siempre vuelve a pintar con acrílicos, la técnica plástica que más ha desarrollado. Emigró en 2016 a Madrid, España, donde continuó su formación en ilustración y tatuaje, formando parte actualmente de la academia TatooxAcademy. En España, también ha trabajado diseñando logos para empresas de diversos sectores así como ilustrando portadas de libros, como es este caso, y también otro libro académico acerca de la figura de Francisco de Vitoria, editado por Ediciones de la Universidad Complutense de Madrid, que verá la luz el próximo 2024.

Celia Alejandra Ramírez Santos nació el 1985 en la ciudad que lleva por nombre el poeta Nezahualcoyotl, uno de los protagonistas del poemario Brujerías, como feliz coincidencia. Es doctora internacional cum laude en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Nacida en México, española por adopción y burocracia. Migrante feminista de espíritu y convincción. Estudiosa de la filosofía política contemporánea, siendo su tesis doctoral titulada Lombardo Toledano: marxismo y populismo en México y América Latina antes de Laclau. Realizó su investigación postdoctoral en la Goethe Universität en Frankfurt, Alemania, donde residió los últimos siete años antes de mudarse a Madrid, España, donde actualmente reside y realiza el Máster en Formación de Profesorado, especialidad Filosofía, en la Universidad Complutense de Madrid.


Jajo Crespo, autor ganador del I Premio Periódico Poético 2023 con la obra Brujerías, nació en Zapopan Jalisco el 30 de enero de 1997. Estudió Lengua y Literatura Hispánica en la UNAM. Sus intereses académicos son la literatura prehispánica, la poesía latinoamericana, la poesía mística, la semiótica y las corrientes materialistas históricas y decoloniales. En el ámbito de la escritura creativa, ha publicado cuento, ensayo y poesía en revistas como Crisopeya: arte y literatura, Rito, Pluma literaria, Noche laberinto. Actualmente forma parte del Seminario de investigación multidisciplinar "Dimensiones Humanas e Imaginarios del Espacio Urbano" donde realizó un trabajo de investigación geocrítico y de humanidades digitales. También se encuentra cursando el Diplomado en Escritura Creativa de la Escuela de Escritura de la UNAM y el Diplomado en Literatura Mexicana del siglo XX y XXI de la Dirección de Literatura del INBA. Esporádicamente participa como traductor para la revista colombiana Crisopeya.


Periódico Poético nace como Revista literaria impresa en Tecpan de Galeana, Guerrero, México, durante febrero del 2020. Fue inicialmente concebida sólo como un material de lectura de difusión local en formato impreso, muy sencillo y monocromático. Este proyecto nació con dos objetivos: ofrecer una opción para la población de Tecpan, lugar donde el mosaico de opciones para la lectura, aún hoy día, es nulo. También para ser un hostal virtual y literario donde se abren puertas para alojar figuradamente a todo aquel artista que confía en el espacio cálido que se ofrece.

Durante la pandemia del año 2020, la fundadora de este proyecto, Gabriela Romualdo, decidió expandir su alcance y utilizar diversas formas de difusión en internet, sobre todo en las redes sociales, para convertir Periódico Poético en una revista, siempre impresa, pero también electrónica, la cual comenzó a dar la vuelta por todo México e incluso el extranjero. Mes a mes, se fue evolucionando tanto en diseño como en la favorable aceptación de los artistas participantes y en el público lector. Durante el mismo año de su fundación, Periódico Poético se hizo acreedor a un estímulo económico de la UNAM, siendo seleccionada tras una convocatoria entre otras doce revistas nacionales. Esto fue gracias a la causa social del proyecto que distribuye gratuitamente ejemplares impresos de cada edición, pero al mismo tiempo la difusión de autores emergentes y sus obras, visuales y escritas. Con 24 ediciones impresas/electrónicas, dos plaquettes publicadas en formato electrónico, un libro en formato físico de edición artesanal.
 

 

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